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ella iba Rafael Quesada todo alborozado. El presidente<br />
del Perú enviaba aquel regalo a su bravo descendiente.<br />
Pero eso era el día 15 de enero. El día 3 del mismo mes,<br />
al amanecer, surgió delante de la bahía de Bragman el<br />
aviso español Jorge Juan. No había salida posible. Prado<br />
había tomado todas sus medidas. El Jorge Juan —él<br />
lo sabía— iba mandado por el capitán Pedro Ossa, un<br />
viejo lobo de mar. El Céspedes no tenía artillería, ni<br />
aun otras armas largas.<br />
El aviso vio segura su presa. Montaba dos cañones<br />
por banda, uno a proa y otro a popa. Era veloz, nuevo y<br />
maniobrero. Se detuvo fuera de la ensenada, al caer de<br />
la tarde, y ordenó por señales al Céspedes que se rindiera.<br />
No estaba seguro de que Prado no hubiera montado<br />
alguna pieza en cubierta. La idea estaba estudiada.<br />
Prado mandaría reunir burujones de jarcia a <strong>los</strong> costados<br />
y a proa y cubrir<strong>los</strong> con <strong>los</strong> toldos. De lejos podían<br />
parecer cañones disimulados. El Céspedes contestó que<br />
se entregaría dos horas más tarde, prometiendo que<br />
nadie saldría a bordo.<br />
—Al primer bote que se despegue, disparo —conminó<br />
el aviso.<br />
Prado mandó pasar a toda la gente al costado opuesto,<br />
invisible para el Jorge Juan, y <strong>los</strong> bajó a <strong>los</strong> botes<br />
pegados al casco. Mientras no se separaran, no podrían<br />
ver<strong>los</strong> desde el aviso. Este se acercó lentamente, con <strong>los</strong><br />
cañones enfilados.<br />
Cerrada la noche, Morey abrió las latas de petróleo.<br />
Todos <strong>los</strong> tripulantes, salvo Morey y Prado habían bajado<br />
a <strong>los</strong> botes. Morey roció de petróleo todo el barco por<br />
dentro. De pronto, una enorme llamarada de humo y<br />
fuego se elevó al cielo estrellado. A su sombra, <strong>los</strong> botes<br />
se dispersaron hacia tierra. “Pudo entonces observarse<br />
un hombre negro entre el humo y las llamas, cual genio<br />
del mal, recorriendo la cubierta, regando petróleo y aplicando<br />
fuego”, dice un documento. Era el capitán Morey.<br />
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