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Angusola y los cuchillos

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Por mucho tiempo se habló en el Reparto de aquella<br />

tarde de gal<strong>los</strong> en Aguadulce. Demetrio había casado<br />

sus siete gal<strong>los</strong> (tres gal<strong>los</strong> – gallina, un bolo, dos indios,<br />

un malatobo) para pelear seguido y <strong>los</strong> siete menos<br />

el bolo que se cayó para atrás, con la vena, pararon<br />

en la valla chica. Caían, <strong>los</strong> levantaban, <strong>los</strong> soplaban,<br />

les cuchaban la sangre, <strong>los</strong> abosaban; y seguían peleando.<br />

Sólo <strong>los</strong> indios quedaron vivos finalmente.<br />

Demetrio y Cunagua <strong>los</strong> trajeron así, bolas de sangre,<br />

en sacos y luego <strong>los</strong> utilizaron de fonfones.<br />

Esa tarde, casi de noche, Demetrio se encontró con<br />

tía Aurelia en el canal del tren. (Ningún tren había pasado<br />

nunca por allí. Era sólo un proyecto, una zanja<br />

vieja forrada de hierbas y techada de bejucos.) Demetrio<br />

no había ido aún a su casa. Cunagua había seguido<br />

con <strong>los</strong> gal<strong>los</strong>. Demetrio había demorado en la bodega,<br />

tomando un trago y escuchando un momento a <strong>los</strong> que<br />

leían el periódico. Todavía traía manchas de sangre<br />

(Demetrio, no el periódico) en las manos y en la ropa, y<br />

sus ojos brillaban como pedernal encendido. Con el<strong>los</strong><br />

miró fijamente a tío Pablo.<br />

Yo volví entonces a casa con <strong>los</strong> mandados. Tío Pablo<br />

quedaba aún en la bodega, y tía Aurelia había ido a<br />

casa de Felicia a buscar su vestido. Había hablado de<br />

eso. El camino más corto era el que pasaba por el túnel<br />

de bejucos. Yo fui en esa dirección a buscar a tía Aurelia.<br />

La noche estaba clara de estrellas. Desde el ribazo yo<br />

vi venir una figura que parecía ser tía Aurelia por la linde<br />

del conuco, y me llegué hasta el borde del túnel. Por allí<br />

debía salir un minuto después. El túnel era corto y le<br />

entraba luz bastante por el techo, y desde una boca se<br />

veía la otra. Yo vi asomar a tía Aurelia a la boca opuesta.<br />

Venía canturreando y a paso tranquilo. Era el camino<br />

que había seguido otras veces. No había peligro. No había<br />

animales feroces ni venenosos a ras de tierra ni entre<br />

las matas.<br />

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