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TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte - Eumed.net

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estatal, aparecía frente al resto, por analogía,<br />

como un pequeño individuo provisto <strong>de</strong> un<br />

arma cuyo po<strong>de</strong>río ninguno discute.<br />

No pue<strong>de</strong> extrañar por ello que, en presencia<br />

<strong>de</strong> una sola gran fuerza, social haya<br />

correspondido a ella el proyecto histórico<br />

que se puso en práctica.<br />

Sin embargo, con diversos actores en escena,<br />

el proyecto imperial inka fue una tarea<br />

colectiva. Si bien no todos actuaron en él por<br />

su propia voluntad, todos, en cambio, tuvieron<br />

asignado y cumplieron un guión. Siguieron<br />

una partitura.<br />

O, si se prefiere, ejecutaron las tareas que,<br />

para tal efecto, había establecido un implícito<br />

manual <strong>de</strong> organización y funciones que,<br />

por cierto, había elaborado el director <strong>de</strong> escena:<br />

la élite imperial inka.<br />

Actores colectivos<br />

No se trató, sin embargo, <strong>de</strong> actores individuales.<br />

Los guiones, las partituras o los<br />

manuales <strong>de</strong> organización y funciones, incluían<br />

a grupos sociales, no a individuos. Éstos<br />

estaban presentes, pero en tanto y en<br />

cuanto integrantes <strong>de</strong> grupos sociales y/o nacionales.<br />

Así, Pachacútec, Túpac Yupanqui o<br />

Huayna Cápac, como a la postre también<br />

Huáscar y Atahualpa, cumplieron roles perfectamente<br />

reconocibles. Mas no los que presuntamente<br />

los “dioses” o la “historia” les<br />

habrían asignado a ellos en tanto individuos.<br />

Sino los roles que correspondían al grupo social<br />

–la élite inka– a la que pertenecían.<br />

Aún está apenas en ciernes la dilucidación <strong>de</strong> si<br />

los gran<strong>de</strong>s actores en la historia son “individuos” o<br />

“grupos sociales”.<br />

La historiografía tradicional sigue privilegiando el<br />

papel <strong>de</strong> los “individuos” o, mejor, el <strong>de</strong> los “gran<strong>de</strong>s<br />

hombres” en la historia.<br />

José <strong>de</strong> la Riva Agüero –el “mas solvente y autorizado<br />

historiador <strong>de</strong> los Incas”, a <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Raúl Porras<br />

Barrenechea 508 –, afirma por ejemplo que “es mala filosofía<br />

histórica, arbitraria y perniciosa, la <strong>de</strong> suprimir<br />

por capricho o alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> ingenio la intervención<br />

constante <strong>de</strong> los hombres en los acontecimientos mayores,<br />

la <strong>de</strong> imaginar que los pueblos se mueven sin<br />

caudillos y por sí solos, que las ciuda<strong>de</strong>s se fundan por<br />

instinto ciego <strong>de</strong> muchedumbres como los panales <strong>de</strong><br />

abejas...” 509 .<br />

Des<strong>de</strong> Pericles, pasando por Augusto y Carlomagno,<br />

hasta Carlos V y otros, la historiografía tradicional<br />

<strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte ha <strong>de</strong>dicado incontables páginas a los<br />

que presume han sido los “gran<strong>de</strong>s roles” <strong>de</strong> aquellos<br />

“gran<strong>de</strong>s personajes” en los “gran<strong>de</strong>s capítulos <strong>de</strong> la<br />

historia” <strong>de</strong> sus respectivas naciones. Y la historiografía<br />

tradicional andina, calco y copia <strong>de</strong> aquélla, ha<br />

hecho otro tanto en relación con Pachacútec, Túpac<br />

Yupanqui y Huayna Cápac, por ejemplo.<br />

No obstante, y por mucho espacio que les ha <strong>de</strong>dicado,<br />

difícilmente pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que ha llegado al<br />

fondo <strong>de</strong>l asunto, y, por consiguiente, que ha “<strong>de</strong>scubierto”<br />

y “<strong>de</strong>mostrado” la verdad a ese respecto.<br />

Creemos, por el contrario, que la historiografía tradicional<br />

está muy lejos <strong>de</strong> ella. Y lo seguirá estando<br />

mientras siga centrando su observación en las simples<br />

apariencias <strong>de</strong> los hechos <strong>de</strong> la historia.<br />

En la epidérmica perspectiva <strong>de</strong> la historiografía<br />

tradicional, Augusto, en Europa, en el siglo I dC, y<br />

Pachacútec, en los An<strong>de</strong>s, en el siglo XV dC, fueron<br />

“personajes distintos”. Y sus también “distintas y trascen<strong>de</strong>ntales<br />

actuaciones personales” dieron origen,<br />

entonces, a también “distintos procesos históricos”: el<br />

Imperio Romano y el Imperio Inka.<br />

Des<strong>de</strong> nuestra perspectiva, en cambio –y como<br />

preten<strong>de</strong>mos haber empezado a mostrar en este libro–,<br />

el Imperio Inka fue –para usar un término tan común<br />

en nuestros días– casi un “clon” <strong>de</strong>l Imperio Romano.<br />

Por lo menos cuando lo que se estudia y analiza<br />

son aspectos sustantivos tales como: el proceso <strong>de</strong><br />

expansión geográfica <strong>de</strong> sus conquistas; los mecanismos<br />

<strong>de</strong> dominación y el trato a los pueblos y naciones<br />

dominadas; la rapiña y el traslado <strong>de</strong> enormes exce<strong>de</strong>ntes<br />

hacia el centro imperial; el espectacular <strong>de</strong>sa-<br />

<strong>TAHUANTINSUYO</strong>: <strong>El</strong> <strong>cóndor</strong> <strong>herido</strong> <strong>de</strong> <strong>muerte</strong> • Alfonso Klauer 117

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