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TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte - Eumed.net

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eunir –como aprecia Rostworowski 32 – el<br />

“más habil y suficiente” <strong>de</strong> los individuos.<br />

Ése y otros que como él reunían tales atributos,<br />

tenían <strong>de</strong>recho a acce<strong>de</strong>r al li<strong>de</strong>razgo.<br />

En esas condiciones, es <strong>de</strong> presumir que<br />

al kurakazgo <strong>de</strong> un pueblo accedieran, indistintamente,<br />

individuos <strong>de</strong> cualesquiera <strong>de</strong> los<br />

diversos ayllus <strong>de</strong>l mismo. Porque era muy<br />

poco probable que los individuos <strong>de</strong> uno solo<br />

<strong>de</strong> ellos monopolizaran esas aptitu<strong>de</strong>s y condiciones.<br />

Todo parece indicar sin embargo que, en<br />

el seno <strong>de</strong>l pueblo inka, esa tradición <strong>de</strong> alternancia<br />

en el li<strong>de</strong>razgo fue sustituida cuando<br />

empezó a hegemonizar el ayllu <strong>de</strong> Pacaritambo.<br />

A partir <strong>de</strong> ese momento, sólo entre<br />

sus miembros y here<strong>de</strong>ros, a quienes se está<br />

i<strong>de</strong>ntificando aquí como los orejones, surgía<br />

el Inka. Esta nueva regla habría tenido vigencia<br />

durante los períodos “B” y “C” <strong>de</strong>l Gráfico<br />

N° 2. Con este primer cambio, sólo el<br />

más hábil y suficiente <strong>de</strong> los orejones resultaba<br />

erigido Inka.<br />

Más tar<strong>de</strong>, quizá como secuela <strong>de</strong>l sensacional<br />

triunfo in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntista <strong>de</strong>l siglo XII<br />

contra el Imperio Wari, Sinchi Roca –que<br />

presumiblemente li<strong>de</strong>ró tal epopeya– habría<br />

logrado imponer un segundo cambio, aún<br />

más restrictivo.<br />

Es <strong>de</strong>cir, que la selección <strong>de</strong>l más hábil y<br />

suficiente se hiciera solamente entre los hijos<br />

<strong>de</strong>l Inka. Ésa habría sido la norma a través <strong>de</strong><br />

la cual se ciñeron la mascaypacha casi todos<br />

los Inkas hasta Pachacútec. La única excepción<br />

habría sido la <strong>de</strong> Huiracocha. Pues –según<br />

dice Del Busto 33 –, “no está claro que el<br />

Inca Huiracocha fuera hijo <strong>de</strong> Yahuar Huácac”.<br />

¿Cómo habría resultado elegido entonces<br />

Huiracocha? No se nos dice.<br />

Pachacútec, fortalecido a raíz <strong>de</strong>l segundo<br />

gran triunfo sobre los chankas, esta vez en<br />

el siglo XV –que veremos en <strong>de</strong>talle más a<strong>de</strong>lante–,<br />

habría terminado <strong>de</strong> concretar un<br />

tercer cambio. A partir <strong>de</strong> él, en efecto, los<br />

Inkas ejercitaron el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> <strong>de</strong>signar e<br />

imponer, entre sus hijos, a su sucesor.<br />

Mas, en todos estos casos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que la<br />

posibilidad <strong>de</strong> ser Inka quedó reservada a los<br />

orejones, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que la educación era también<br />

<strong>de</strong>recho exclusivo <strong>de</strong> ellos, ésta, inexorablemente,<br />

les aseguraba el monopolio <strong>de</strong> la<br />

información y, por consiguiente, el privilegio<br />

<strong>de</strong> ser los únicos que reunían todos los requisitos<br />

para ser reconocidos como los “más hábiles<br />

y suficientes”.<br />

La cultura urbana suponía para los orejones<br />

disponer <strong>de</strong> un amplio espectro <strong>de</strong> bienes<br />

materiales y servicios <strong>de</strong> los que no podían<br />

usufructuar los pobladores rurales: viviendas<br />

sólidas, amplias, iluminadas, ventiladas<br />

y suficientemente adornadas; mobiliario,<br />

utilería y vajilla <strong>de</strong> la mejor calidad.<br />

Asimismo vestido y adornos personales<br />

finamente acabados; alimento muy variado;<br />

algunos disponían incluso <strong>de</strong> agua <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

la propia vivienda; plazas, calles y jardines;<br />

escuelas y centros religiosos.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, cientos <strong>de</strong> diferentes oficios<br />

se daban cita en la ciudad, <strong>de</strong>mandando<br />

sus propios instrumentos, sus propios insumos<br />

y sus propias jergas: religiosa, militar,<br />

médica, ingenieril, artesanal, contable, astronómica,<br />

hidro–meteorológica, etc.<br />

Todo ello configuraba un espectro muy<br />

amplio <strong>de</strong> intereses que, a<strong>de</strong>más, sólo podía<br />

ser referido con un conjunto también amplio<br />

<strong>de</strong> palabras, o, mejor, con un universo vocabular<br />

muy rico. Todo ello contrastaba, sin lugar<br />

a dudas, con las carencias, precarieda<strong>de</strong>s,<br />

discreción y monotonía <strong>de</strong>l mundo rural.<br />

Mundo que, por cierto, podía ser <strong>de</strong>scrito con<br />

un reducido universo <strong>de</strong> palabras.<br />

<strong>TAHUANTINSUYO</strong>: <strong>El</strong> <strong>cóndor</strong> <strong>herido</strong> <strong>de</strong> <strong>muerte</strong> • Alfonso Klauer 20

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