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TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte - Eumed.net

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Entre el kuraka “mercenario o tratante” y<br />

el Inka se establecía, ciertamente, una relación<br />

bilateral. Incluso voluntaria y conciente.<br />

Quizá la presencia <strong>de</strong> esos factores pue<strong>de</strong> haber<br />

contribuido, una vez más, a la confusión,<br />

y al error <strong>de</strong> creer que esa relación kuraka-<br />

Inka era <strong>de</strong> reciprocidad. En rigor, lo que<br />

realmente se daba era una relación comercial<br />

mercenario–Inka.<br />

Mas el objetivo que se perseguía incluía<br />

hacer daño a terceros –el pueblo agredido–,<br />

con lo cual esa relación se había alejado aún<br />

más <strong>de</strong>l objetivo ancestral <strong>de</strong> la “reciprocidad”.<br />

Y, cómo olvidarlo, esa relación en la<br />

que sólo los extremos se beneficiaban, también<br />

incluía la <strong>muerte</strong> o inutilización física<br />

<strong>de</strong> los innumerables soldados a los que el<br />

kuraka llevaba a la guerra. No era por consiguiente<br />

–por don<strong>de</strong> se le mire–, una relación<br />

<strong>de</strong> “reciprocidad” en el tradicional y<br />

original sentido andino <strong>de</strong>l término. A ella,<br />

entonces, también correspon<strong>de</strong> otra <strong>de</strong>nominación.<br />

En los momentos iniciales <strong>de</strong>l imperio el<br />

monto <strong>de</strong> la retribución era arbitrario y el cobro<br />

inseguro. Era, sin embargo, una expectativa<br />

cierta. Aunque el pago se hacía efectivo<br />

sólo y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>rrotar al enemigo 671 .<br />

En las postrimerías <strong>de</strong>l imperio, en cambio<br />

–como se ha visto–, las cosas fueron distintas:<br />

los jefes militares exigían el pago por<br />

a<strong>de</strong>landado. Y, llegado el caso, chantajeaban<br />

al Inka en el mismo campo <strong>de</strong> batalla, tal como<br />

se vió en el caso <strong>de</strong>l general inka Michicuacamayta,<br />

relatado bastantes páginas atrás.<br />

En dicho inci<strong>de</strong>nte, no sólo no se cumplía<br />

ninguna <strong>de</strong> las características fundamentales<br />

<strong>de</strong> la “reciprocidad” ancestral, sino que se<br />

daban otras tres características que terminaban<br />

<strong>de</strong> configurar una relación contractual,<br />

esencial y absolutamente distinta, y que, por<br />

consiguiente, merece otro nombre:<br />

(1) eran terceros, los soldados que realmente<br />

combatían, quienes, al margen<br />

<strong>de</strong> su voluntad y compulsivamente obligados,<br />

hacían la prestación <strong>de</strong>l servicio<br />

–guerrear–;<br />

(2) era un cuarto protagonista, el Estado<br />

imperial, el que otorgaba la contraprestación<br />

o pago, y;<br />

(3) era un quinto protagonista, en ese caso<br />

el pueblo agredido, el nefando objetivo<br />

<strong>de</strong>l siniestro acuerdo.<br />

En <strong>de</strong>finitiva, se beneficiaban el Inka y<br />

los generales orejones, que eran precisamente<br />

los únicos que no habían prestado ningún<br />

servicio. Porque sólo con gran ingenuidad<br />

pue<strong>de</strong> creerse que fueron efectivamente esos<br />

generales orejones quienes “lucharon valerosamente”.<br />

Muy probablemente, puestos a<br />

buen recaudo, vieron a la distancia pelear a<br />

sus huestes. ¿Cómo sino habrían <strong>de</strong> usufructuar<br />

<strong>de</strong>l pago que acababan <strong>de</strong> recibir?<br />

Y, <strong>de</strong> otro lado, se perjudicaban aquellos<br />

que realmente habían prestado el servicio<br />

–los soldados llevados por los generales orejones–;<br />

y, por añadidura, aquellos contra<br />

quienes se había urdido el acuerdo entre “las<br />

partes” formalmente contratantes.<br />

<strong>El</strong> chantaje para concretar el cobro <strong>de</strong>muestra<br />

que la retribución en tierras, vasijas<br />

<strong>de</strong> oro, yanaconas y mujeres, era enormemente<br />

ambicionada. O, si se prefiere, había quedado<br />

perfectamente establecido que, para alcanzar<br />

esos privilegios, los individuos tenían<br />

que ser capaces <strong>de</strong> cualquier cosa, y sin escrúpulos<br />

<strong>de</strong> ningún género.<br />

Pues bien, siempre en relación con la ancestral<br />

práctica <strong>de</strong> la reciprocidad, la historiografía<br />

tradicional, a pesar <strong>de</strong> las monumentales<br />

evi<strong>de</strong>ncias en contrario, insiste en<br />

mitificar el imperialismo militarista inka. Un<br />

<strong>TAHUANTINSUYO</strong>: <strong>El</strong> <strong>cóndor</strong> <strong>herido</strong> <strong>de</strong> <strong>muerte</strong> • Alfonso Klauer 166

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