TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte - Eumed.net
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A propósito <strong>de</strong> la o las enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las que<br />
habría muerto Huayna Cápac, <strong>de</strong>be recordarse que<br />
tanto la viruela como el sarampión fueron traídas a<br />
América por los conquistadores europeos. Según ha<br />
recopilado Marco <strong>de</strong> Antonio 276 , la viruela habría llegado<br />
traída por un esclavo negro en 1520; y el sarampión,<br />
recién en 1531, traída por un expedicionario<br />
español. Es pues más probable que el Inka muriera<br />
sólo <strong>de</strong> viruela.<br />
Las huestes europeas, no obstante, directamente<br />
asomaron por las costas <strong>de</strong>l Perú recién en 1528. Sin<br />
embargo –según también muestra Del Busto 277 –, Pizarro<br />
y Almagro ya habían empezado a recorrer el<br />
Pacífico, aunque todavía sólo las costas <strong>de</strong> Colombia,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1524.<br />
En buena cuenta, la enfermedad que con tanto<br />
impacto contribuiría al genocidio en América, llegó al<br />
Inka transportada por informantes, espías y/o comerciantes<br />
con los que tuvo contacto, y que tan tempranamente<br />
<strong>de</strong>bieron darle cuenta <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> los<br />
extranjeros.<br />
Esta razonable presunción abunda en la creciente<br />
sospecha <strong>de</strong> cuán huérfana asoma cada vez más la trillada<br />
y tradicional aseveración <strong>de</strong> que la presencia <strong>de</strong><br />
los conquistadores españoles tomó totalmente por sorpresa<br />
a los pueblos <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s, incluyendo al siempre<br />
bien informado po<strong>de</strong>r imperial inka.<br />
Huayna Cápac, el tercer y último emperador<br />
<strong>de</strong>l Tahuantinsuyo, habría nacido presumiblemente<br />
en torno a 1463 –según <strong>de</strong>ducimos<br />
278 –. <strong>El</strong>lo ocurrió mientras su padre,<br />
Túpac Yupanqui, aún no como Inka, sino todavía<br />
como general en jefe <strong>de</strong> los ejércitos <strong>de</strong><br />
Pachacútec, realizaba la primera conquista <strong>de</strong><br />
Quito y todo el norte <strong>de</strong> Ecuador, viaje éste<br />
que, a su vez, lo tuvo alejado <strong>de</strong>l Cusco algo<br />
más <strong>de</strong> seis años –según da cuenta Del Busto<br />
279 –.<br />
Pretendiéndolo o no, con su larga permanencia<br />
final en Ecuador, Huayna Cápac y el<br />
grupo <strong>de</strong> la élite que lo acompañaba, habían<br />
empezado a crear, <strong>de</strong> hecho, dos centros político–administrativos<br />
para el gobierno <strong>de</strong>l Tahuantinsuyo.<br />
Y es que el Cusco, el originario<br />
y oficial centro <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r imperial, seguía<br />
albergando a la gran mayoría <strong>de</strong> los miembros<br />
<strong>de</strong> la élite inka y, en consecuencia, a la<br />
mayor parte <strong>de</strong> la alta burocracia imperial.<br />
Mas para ese estadio <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong>l<br />
Tahuantinsuyo, tanto para una como para la<br />
otra fracción <strong>de</strong> la élite imperial, la distancia<br />
física que las separaba ya les resultaba enorme.<br />
Por extraño y paradójico que parezca, no<br />
son frecuentes las referencias <strong>de</strong> los cronistas<br />
en relación con las gran<strong>de</strong>s distancias <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong>l Imperio Inka. De manera casi solitaria, en<br />
relación a la actitud <strong>de</strong> una parte <strong>de</strong> las<br />
huestes que <strong>de</strong>jó Huayna Cápac en Quito, y a<br />
las que habría or<strong>de</strong>nado retornar al Cusco, el<br />
cronista Antonio Herrera cita 280 :<br />
...sus capitanes se resistieron a empren<strong>de</strong>r<br />
“tan largo viaje”...<br />
No pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> observarse cuánto habían<br />
cambiado con el tiempo las actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
la élite inka en torno a las “gran<strong>de</strong>s distancias”<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l imperio.<br />
Al principio, cuando se trató <strong>de</strong> conquistar<br />
y sojuzgar gran<strong>de</strong>s territorios para extraerles<br />
enormes cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> riqueza, nadie<br />
puso reparos en las “gran<strong>de</strong>s distancias” que<br />
había que recorrer para lograr ese objetivo.<br />
Pero décadas más tar<strong>de</strong>, cuando organizada<br />
y sistemáticamente unos territorios enviaban<br />
sus tributos al Cusco, y otros a Tumibamba,<br />
a los miembros <strong>de</strong> una y otra <strong>de</strong> las<br />
fracciones <strong>de</strong> la élite ya les resultaba penoso<br />
y se resistían a recorrer esas mismas distancias.<br />
Simple y llanamente –como en su tiempo<br />
y espacio había ocurrido también con los<br />
romanos–, habían sido pues ganados por la<br />
molicie –la blandura, la comodidad fácil–.<br />
No obstante, Cossío <strong>de</strong>l Pomar formula<br />
una hipótesis diametralmente opuesta: “Nin-<br />
<strong>TAHUANTINSUYO</strong>: <strong>El</strong> <strong>cóndor</strong> <strong>herido</strong> <strong>de</strong> <strong>muerte</strong> • Alfonso Klauer 76