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El Cine Segun Hitchcock.pdf - Daniel Melero

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208 François Truffaut<br />

A.H. Pero, dígame, ¿pretende hacerme trabajar para las<br />

salas de arte?<br />

F.T. No, desde luego, perdóneme por haber insistido.<br />

Usted consiguió integrar en La ventana indiscreta algunos<br />

detalles inspirados en «el caso Crippen» y en «el caso<br />

Patrick Mahon», pero creo sinceramente que un material<br />

cien por cien real no es un buen material para usted.<br />

A.H. Sí, estoy de acuerdo, no era un film para mí. La<br />

industria atravesaba un período de crisis y, como había<br />

trabajado a menudo para la «Warner Bros», rodé esta<br />

película para ellos, sin salario. Era propiedad suya.<br />

F.T. Tenga en cuenta que si ataco este film, que me<br />

gusta mucho, es porque adopto su punto de vista, porque<br />

me ha convencido de que los mejores films de<br />

<strong>Hitchcock</strong> son los que consiguen mayor éxito.<br />

Es normal: su trabajo se realiza de tal manera que las<br />

reacciones del público formen parte de sus películas. Me<br />

gustan mucho ciertas escenas de The Wrong Man, y concretamente,<br />

la segunda escena en el despacho del abogado,<br />

cuando habla con la pareja. En la primera escena en casa<br />

del abogado habíamos visto a Henry Fonda bastante abrumado<br />

y a Vera Miles muy animada, casi demasiado charlatana.<br />

Se sentía incluso que su celo molestaba al abogado.<br />

En la segunda escena, Henry Fonda se defiende con más<br />

energía que la primera vez, el mismo abogado es más<br />

optimista, pero en esta ocasión Vera Miles está completamente<br />

apagada. No escucha lo que se le dice. Henry<br />

Fonda no se da cuenta del cambio que en ella se ha<br />

operado, pues ve a su mujer todos los días, pero la sorpresa,<br />

y luego la inquietud, pueden observarse en el<br />

rostro del abogado, sentado tras su mesa. Se levanta, da<br />

una vuelta por la estancia, pasa por detrás de Fonda<br />

y Vera Miles y se descifra claramente en su rostro toda<br />

la trayectoria de su pensamiento: no hay ninguna duda<br />

para él de que la mujer de su cliente está volviéndose<br />

loca y el espectador piensa: sí, en efecto, el abogado<br />

tiene razón, está volviéndose loca. Se comprende todo<br />

esto, mientras que el diálogo es anodino. He ahí, pues,<br />

una magnífica escena de puro cine, una escena específicamente<br />

hitchcockiana, pero entonces nos encontramos

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