El Cine Segun Hitchcock.pdf - Daniel Melero
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EI cine según <strong>Hitchcock</strong> 75<br />
traria, puesto que no sólo la mujer no mata al embajador<br />
sino que incluso le salva la vida dando un grito en el<br />
momento oportuno, cuando advierte, en el concierto, el<br />
revólver del asesino apuntando hacia el palco de honor...<br />
Pero permítame resumir la situación para refrescarnos<br />
la memoria. Los espías han decidido matar a este hombre<br />
de estado extranjero durante un concierto en el Albert<br />
Hall. Han decidido que el asesino deberá disparar durante<br />
la ejecución de la cantata, en el momento exacto en<br />
que se dé el único golpe de platillos de la partitura. Han<br />
«ensayado» el atentado en frío, escuchando varias veces<br />
la cantata grabada en disco.<br />
Así pues, empieza el concierto, todos los personajes están<br />
en su sitio y esperamos con creciente angustia el momento<br />
en el que el cimbalista, impasible, va a utilizar su<br />
instrumento.<br />
A.H. La idea de los címbalos me la inspiró un dibujo<br />
humorístico o más exactamente una serie de dibujos que<br />
ocupaban cuatro páginas de una revista del estilo de<br />
«Punch». Mostraban a un hombre que se despierta. Sale<br />
de la cama, va al cuarto de baño, hace gargarismos, se<br />
afeita, toma una ducha, se viste, toma el desayuno. Todo<br />
esto en dibujitos separados. Después se pone el sombrero,<br />
el abrigo, coge un pequeño estuche de instrumento de<br />
música de cuero y sale a la calle, sube al autobús, llega a<br />
la ciudad y luego al Albert Hall. Pasa por la entrada de<br />
los artistas, se quita el sombrero, el abrigo, abre el estuche<br />
y saca una flautita; se reúne con los otros músicos y<br />
avanza con ellos hacia el podio. Se afinan los instrumentos<br />
y nuestro hombre se sienta en su sitio. Llega el director<br />
de orquesta, da la señal y empieza la gran sinfonía.<br />
<strong>El</strong> hombrecito está sentado ahí, espera, vuelve las hojas.<br />
Finalmente se levanta sobre su silla, coge el instrumento,<br />
se lo acerca a la boca y, a un determinado gesto del director<br />
de orquesta, silba una nota en la flauta: «Blup». Después<br />
guarda el instrumento, deja discretamente la orquesta,<br />
coge el sombrero y el abrigo, sale a la calle. Está<br />
oscuro. Sube al autobús, llega a su casa, cena, va a su<br />
habitación, va al cuarto de baño, hace gargarismos, se<br />
pone el pijama, se acuesta y apaga la luz.