justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
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429). Los visigodos quedaron entonces como dueños de toda España (excepto los territorios suevos) y buena parte de<br />
las Galias.[Vol. 1, Page 246]<br />
Pero la política de Honorio no había dado buenos resultados, pues ahora los vándalos invadían el norte de Africa.<br />
Como hemos visto en la sección anterior, se encontraban frente a las murallas de Hipona cuando murió San Agustín en<br />
el 430. Nueve años más tarde tomaron la ciudad de Cartago, y desde allí dirigieron ataques contra las islas <strong>del</strong> Mediterráneo<br />
(Sicilia, Cerdeña y Córcega). Por fin, en junio <strong>del</strong> 455, tomaron y saquearon la ciudad de Roma, tomando por<br />
excusa el asesinato <strong>del</strong> emperador Valentiniano III, cuya viuda e hijas decían defender.<br />
En el entretanto, la Galia (aproximadamente el territorio de la actual Francia y Suiza) sufrió las consecuencias de ser<br />
uno de los principales caminos por los cuales los bárbaros se adentraban en el Imperio. La ola de vándalos, suevos y<br />
alanos que cruzó el Rin a partir <strong>del</strong> 406 desoló la región antes de continuar su marcha hacia España. Tras ellos, particularmente<br />
en el sur y el oeste de la Galia, vinieron los visigodos. [Vol. 1, Page 247] En el 451, las hordas de Atila sembraron<br />
el terror, y muchos esperaban su retorno cuando Atila murió en el 453 y el imperio de los hunos se deshizo. En el<br />
sudeste de la Galia los borgoñones habían recibido tierras como “federados” <strong>del</strong> Imperio. Pero a partir <strong>del</strong> 456 se salieron<br />
de sus territorios y comenzaron a hacerles la guerra a sus vecinos y a conquistar sus tierras y sus ciudades. Mientras<br />
tanto, en el norte de la Galia, los francos, que también habían sido “federados” <strong>del</strong> Imperio, se extendían hacia el oeste,<br />
hasta las fronteras de los territorios visigodos.<br />
En vista de todos estos desastres, las tropas romanas sencillamente abandonaron la Gran Bretaña, dejando la isla a<br />
merced de los anglos y sajones, que pronto la invadieron.<br />
Por último, los ostrogodos, que se habían recuperado de su gran derrota a manos de los hunos, se posesionaron de<br />
Italia y de toda la región al norte de esta península.<br />
En resumen, a fines <strong>del</strong> siglo V la porción occidental <strong>del</strong> Imperio Romano había quedado dividida entre una serie de<br />
reinos bárbaros. De éstos los más importantes eran el de los vándalos en el norte de Africa, el de los visigodos en España,<br />
los siete reinos de los anglos y los sajones en la Gran Bretaña, el de los francos en la Galia, y el de los ostrogodos en<br />
Italia. Cada uno de ellos recibirá especial atención en una sección aparte <strong>del</strong> presente capítulo. Pero antes de pasar a<br />
tales secciones hay dos aclaraciones que son de gran importancia para el curso futuro de la <strong>historia</strong> de la iglesia.<br />
Los reinos germánicos<br />
La primera de estas aclaraciones es que los diversos jefes o reyes bárbaros no se consideraban a sí mismos independientes<br />
<strong>del</strong> Imperio Romano. Muchos de ellos habían cruzado las fronteras con permiso <strong>del</strong> Imperio, para establecerse<br />
como “federados”. Otros, aunque al principio invasores, habían terminado poniendo sus armas al servicio <strong>del</strong> Imperio<br />
frente a algún otro pueblo bárbaro. A la postre, todos continuaban declarándose súbditos <strong>del</strong> Imperio Romano. Su propósito<br />
no había sido destruir la civilización romana, sino participar de sus beneficios. Por tanto, aun cuando muchas veces<br />
sus campañas y sus políticas destruyeron mucho de esa civilización, a la larga casi todos los pueblos establecidos en el<br />
viejo Imperio terminaron por romanizarse. Esto puede verse hasta el día de hoy en los idiomas que se hablan en España,<br />
Portugal, Francia e Italia, cuyas raíces se encuentran mucho más en la lengua latina que en las de los bárbaros. La segunda<br />
aclaración es que muchos de estos invasores eran cristianos. En el siglo IV, cuando los visigodos se encontraban<br />
al norte <strong>del</strong> Danubio, había habido entre ellos misioneros provenientes de la porción oriental <strong>del</strong> Imperio Romano. El más<br />
famoso de ellos, de quien sólo conocemos el nombre godo de Ulfilas, había diseñado un modo de escribir la lengua gótica,<br />
y había traducido las Escrituras a ella. Además, en tiempos <strong>del</strong> emperador Constancio había habido en Constantinopla<br />
un fuerte contingente de soldados godos al servicio <strong>del</strong> Imperio. Muchos de estos soldados se hicieron cristianos, y<br />
después regresaron a su pueblo con su fe. Puesto que todos estos contactos tuvieron lugar en época <strong>del</strong> apogeo <strong>del</strong><br />
arrianismo en el Oriente, los visigodos se convirtieron a esa forma de la fe cristiana. A través de ellos, también los ostrogodos,<br />
los vándalos y otros pueblos bárbaros se hicieron cristianos arrianos. La falta de documentos nos impide conocer<br />
los detalles de esta rápida y enorme expansión <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong> allende las fronteras <strong>del</strong> Imperio. Si los conociéramos,<br />
probablemente serían una de las más interesantes páginas en la <strong>historia</strong> de la iglesia. En todo caso, el hecho es que<br />
muchos de los bárbaros que en el siglo V se establecieron en Africa, España e Italia eran arrianos. Esto tuvo serias consecuencias,<br />
pues hasta entonces la cuestión <strong>del</strong> arrianismo nunca había sido debatida en la porción occidental <strong>del</strong> Imperio<br />
como lo había sido en la oriental. Por tanto, buena parte de la <strong>historia</strong> de la iglesia durante los siglos V y VI consistirá<br />
en el conflicto entre el arrianismo y la fe católica. (El modo en que aquí utilizamos el [Vol. 1, Page 248] término “fe católica”<br />
no se refiere al catolicismo romano actual, sino sencillamente a la fe de quienes aceptaban la doctrina trinitaria que<br />
había sido promulgada en los concilios de Nicea y Constantinopla. En este sentido, tanto los protestantes como los católicos<br />
<strong>del</strong> siglo XX sostienen la “fe católica” frente al arrianismo). Lo que estaba en juego era, primero, si los arrianos obligarían<br />
a los católicos a convertirse, o viceversa; y, segundo, si los bárbaros que todavía eran paganos se harían católicos<br />
o arrianos. Pasemos entonces a narrar el curso de los acontecimientos en los principales reinos bárbaros.