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justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1

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frecuentemente en forma rítmica. Según Mahoma, lo que él predicaba no era una nueva religión, sino la continuación de<br />

la revelación que Dios había dado en los profetas <strong>del</strong> Antiguo Testamento y en Jesús. Este último no era divino. Pero sí<br />

era un gran profeta, que debía ser obedecido.<br />

Los dirigentes árabes en Meca se opusieron a la predicación de Mahoma. Meca era un centro de peregrinajes en la<br />

religión politeísta de Arabia, y buena parte de sus ingresos se relacionaba con su culto. Por tanto, los comerciantes de la<br />

ciudad, muchos de los cuales habían sido colegas de Mahoma, ahora se volvieron contra él y sus seguidores.<br />

En el año 622, Mahoma se refugió en un oasis cercano, donde estaba la población que después recibió el nombre<br />

de Medina. Es a partir de esa fecha que los musulmanes cuentan los años. Fue allí donde por primera vez se estableció<br />

una comunidad mahometana, en la que el culto y la vida civil y política siguieron las normas trazadas por el Profeta.<br />

Tras una serie de campañas militares, negociaciones y pactos, Mahoma y los suyos tomaron la ciudad de Meca en<br />

el año 630. Con gran sabiduría y moderación, el Profeta prohibió toda venganza contra sus antiguos enemigos, y se<br />

limitó a derrocar los ídolos <strong>del</strong> templo y a instaurar el culto monoteísta.<br />

A partir de entonces, Mahoma gozó cada vez de más prestigio y poder entre los árabes, y a su muerte, en el 632,<br />

buena parte de la península de Arabia se había hecho musulmana.<br />

Las conquistas de los califas<br />

A la muerte de Mahoma la dirección de la comunidad musulmana cayó sobre los califas (<strong>del</strong> árabe califat, que quiere<br />

decir “sucesor”). El primer califa fue Abu Béquer, quien había sido uno de los principales acompañantes de Mahoma.<br />

Bajo Abu Béquer, el Islam consolidó su dominio en Arabia occidental, y tuvo sus primeros encuentros con los ejércitos<br />

bizantinos, que fueron derrotados en el 634.<br />

Abu Béquer murió al mes siguiente, y su sucesor Omar, quien gobernó por diez años, continuó sus conquistas. El<br />

general Calid, bajo cuyo mando se encontraban las tropas que habían derrotado a los romanos, invadió la región de<br />

Siria, y en el 635 tomó la ciudad de Damasco. Tras ligeros reveses, los árabes derrotaron a un nuevo ejército que el<br />

Imperio Romano envió contra ellos, y en el 638 el Califa en persona tomó posesión de Jerusalén. Dos años después, con<br />

la capitulación de Cesarea y de Gaza, toda la región quedó en poder de los árabes.<br />

Por el momento, los musulmanes no persiguieron a los cristianos ni a los judíos, pues eran “pueblos <strong>del</strong> libro” (es<br />

decir, <strong>del</strong> Corán) cuyo monoteísmo el Islam compartía. Así, por ejemplo, al entrar en Jerusalén el califa Omar decretó<br />

que a los cristianos “... se les asegurarán la vida y los bienes, sus iglesias y sus cruces. [...] En asuntos religiosos, no<br />

habrá presión ni coacción. Los judíos han de habitar en [Vol. 1, Page 318] Jerusalén junto a los cristianos, y los que en<br />

ella residan han de pagar el mismo tributo que los habitantes de otras ciudades”.<br />

En términos generales, esta fue la política religiosa que siguieron los primeros califas en las tierras conquistadas. Sólo<br />

el politeísmo y la idolatría se prohibían. Los cristianos y judíos podían continuar en el libre ejercicio de su culto, siempre<br />

que respetaran al Profeta y al Corán. Después se prohibió la conversión de los mahometanos al <strong>cristianismo</strong> o al<br />

judaísmo. Pero aparte de esto, y de ciertas limitaciones en las señales públicas de su culto, la única carga que se estableció<br />

sobre los judíos y los cristianos fue la obligación de pagar un tributo mediante el cual el estado se sostenía. Quienes<br />

se convertían al Islam no tenían que pagar ese impuesto. Por tanto, al mismo tiempo que los musulmanes no tenían<br />

interés especial en fomentar las conversiones a su religión, muchos de los cristianos de convicciones más flexibles terminaron<br />

por aceptar la fe <strong>del</strong> Profeta.<br />

Al mismo tiempo que se enfrentaban a los bizantinos en Siria, los árabes invadían la otra gran potencia vecina, el<br />

Imperio Persa. Este doble frente, que en teoría pudo haber sido desastroso, produjo resultados sorprendentes. En el<br />

657, después de derrotar repetidamente a los persas, los árabes tomaron su ciudad capital, Ctesifón. Entonces continuaron<br />

su inexorable expansión hacia el este, mientras los persas se retiraban hacia las montañas. Finalmente, en el 651 (y<br />

por tanto en tiempos <strong>del</strong> próximo califa) el último rey persa fue muerto, y al año siguiente los musulmanes eran dueños<br />

de todo el antiguo Imperio Persa.[Vol. 1, Page 319]<br />

Mientras tanto, en el 639, otro contingente árabe invadió el Egipto, y rápidamente conquistó la mayor parte <strong>del</strong> país.<br />

En el 640, los árabes fundaron la ciudad que más tarde sería El Cairo. Y en el 642, al rendirse Alejandría, todo el país<br />

quedó en su poder. De allí la hueste musulmana continuó marchando victoriosa hacia el oeste, y en el 647 la ciudad de<br />

Trípoli capituló.<br />

Bajo el próximo califa, Otmán, las conquistas marcharon más lentamente. En el norte de Africa los bereberes se<br />

oponían a sus avances, y el Imperio Bizantino, cuyas fronteras habían sido replegadas hasta el Asia Menor, logró por fin<br />

detener el avance <strong>del</strong> Islam en esa dirección. Además, hubo luchas internas entre los propios musulmanes, y a la postre<br />

Otmán fue atacado y muerto por uno de los hijos de Abu Béquer. Pero a pesar de todo esto Otmán había dado los primeros<br />

pasos en la fundación de una escuadra árabe, y con ella logró conquistar la isla de Chipre, que hasta entonces había<br />

sido parte <strong>del</strong> Imperio Romano.

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