justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
31<br />
Otra extraña opinión que algunos sostenían era que los cristianos adoraban a un asno crucificado. Desde algún<br />
tiempo antes, se había dicho que los judíos adoraban a un asno.<br />
Ahora comenzó a transferirse esa opinión a los cristianos, a quienes se hacía entonces objeto de burla.<br />
Todas estas ideas —y otras muchas— que circulaban acerca de los cristianos eran a todas luces falsas, y para refutarlas<br />
los cristianos no tenían más que señalar hacia su propia vida y conducta, cuyos principios eran mucho más estrictos<br />
que los de los paganos.<br />
Pero había otras acusaciones que se hacían contra los cristianos, no ya por el vulgo mal informado, sino por personas<br />
cultas, muchas de las cuales conocían algo de las doctrinas cristianas. Bajo diversas formas, todas estas acusaciones<br />
podían resumirse en una: los cristianos eran gentes ignorantes cuyas doctrinas, predicadas bajo un barniz de sabiduría,<br />
eran en realidad necias y contradictorias. Por lo general, ésta era la actitud que adoptaban los paganos cultos y de<br />
buena posición social, para quienes los cristianos eran una gentuza despreciable.<br />
En época de Marco Aurelio, un autor erudito de quien sólo sabemos que se llamaba Celso compuso contra los cristianos<br />
un tratado que llamó “La palabra verdadera”. Allí Celso expresa el sentimiento de quienes, como él, se consideraban<br />
sabios y refinados:[Vol. 1, Page 69]<br />
En algunas casas privadas nos encontramos con gente que trabaja con lana y con trapos, y a zapateros, es decir, a las<br />
gentes más incultas e ignorantes. Delante de los jefes de familia, esta gente no se atreve a decir palabra. Pero tan pronto<br />
como logran apartarse con los niños de la casa, o con algunas mujeres tan ignorantes como ellos, empiezan a decirles<br />
maravillas. [...] Los que de veras quieran saber la verdad, que dejen a sus maestros y a sus padres, y que vayan con las<br />
mujeres y los chiquillos a las habitaciones de las mujeres, o al taller <strong>del</strong> zapatero, o a la talabartería, y allí aprenderán la<br />
vida perfecta. Es así como estos cristianos encuentran quien les crea (Orígenes, Contra Celso, 3:55).[Vol. 1, Page 70]<br />
Por la misma época, Cornelio Frontón, que había sido maestro de Marco Aurelio, compuso otro ataque contra los<br />
cristianos que desafortunadamente se ha perdido. Sin embargo, es posible que el autor cristiano Minucio Félix esté citando<br />
la obra de Frontón al poner en labios de un pagano las siguientes palabras: Si os queda un ápice de sabiduría o de<br />
vergüenza, dejad de investigar lo que sucede en las regiones celestiales, y los destinos y secretos <strong>del</strong> mundo. Basta con<br />
que miréis dónde ponéis los pies, sobre todo a gentes como vosotros, sin educación ni cultura, sino rústicas y rudas (Octavio,<br />
12).<br />
Luego,la enemistad contra los cristianos, que muchas veces pretendía basarse sólo en cuestiones de religión y doctrinas,<br />
también tenía mucho que ver con prejuicios de clase. Las personas supuestamente refinadas no podían ver con<br />
buenos ojos que esa gentezuela, pobre e inculta, pretendiera conocer una verdad que ellas no conocían.<br />
En todo caso, las gentes cultas atacaban al <strong>cristianismo</strong> diciendo ante todo que era una religión de bárbaros. Buena<br />
parte de lo que los cristianos enseñaban no había sido descubierto por los griegos ni por los romanos, sino por el inculto<br />
pueblo judío, cuyos supuestos sabios nunca se elevaron a la altura de los filósofos griegos. Y lo poco de bueno que pueda<br />
encontrarse en las Escrituras de los judíos se debe probablemente a que fue copiado de los griegos.<br />
Además —siguen diciendo las gentes como Celso, Frontón y otros— el Dios de los judíos y cristianos es un Dios ridículo.<br />
Por una parte dicen que es omnipotente, y que es el ser supremo que se encuentra por encima de todo. Pero por<br />
otra parte le describen como un ser curioso, que se inmiscuye en todos los asuntos humanos, que está en todas las casas<br />
viendo lo que se dice y hasta lo que se cocina. Ese modo de concebir la divinidad es una sinrazón. O bien se trata de<br />
un ser omnipotente, por encima de todos los otros seres, y por tanto apartado de este mundo; o bien se trata de un ser<br />
curioso y entremetido, para quien las nimiedades humanas resultan interesantes. En todo caso, sea cual fuere este Dios<br />
de los cristianos, el hecho es que su culto destruye la fibra misma de la sociedad, pues hace que quienes lo siguen se<br />
abstengan de toda clase de actividades sociales, so pretexto de que participar en ellas sería adorar a dioses que no existen.<br />
Pero, si en verdad tales dioses no existen, ¿por qué temerles? ¿Por qué no participar de su culto junto a la gente<br />
sensata, aun cuando uno no crea en ellos? El hecho parece ser que los cristianos, que dicen que los dioses paganos son<br />
falsos, sin embargo siguen temiendo a esos dioses.<br />
En cuanto a Jesús, basta recordar que fue un malhechor condenado por las autoridades romanas. Celso llega hasta<br />
a decir que era hijo ilegítimo de María con un soldado romano. Si de veras era Dios o Hijo de Dios, ¿por qué permitió que<br />
le crucificaran? ¿Por qué no hizo que cayeran muertos sus enemigos? ¿Por qué no desapareció cuando iban a clavarle<br />
al madero? Y suponiendo que de hecho Dios vino a la tierra en Jesús, pregunta Celso:<br />
¿De qué puede servir tal visita de Dios a la tierra? ¿Será quizá para averiguar lo que pasa entre los seres humanos?<br />
¿No lo sabe él todo? ¿O será que lo sabe, pero no puede corregirlo si no viene él en persona a hacerlo? (Contra Celso,<br />
4 2).<br />
Por último, estos cristianos andan predicando y creyendo que han de resucitar. Es sobre la base de esa fe que se<br />
enfrentan al martirio con una obstinación casi [Vol. 1, Page 71] increíble. Pero no es cosa de gentes sensatas dejar esta<br />
vida, que es cosa segura, por otra vida supuestamente superior, que en el mejor de los casos es cosa dudosa.