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justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1

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que dentro <strong>del</strong> mundo musulmán, en Africa, se había levantado un nuevo grupo que trataba de arrebatarles el poder a<br />

los almorávides. Estos eran los almohades, tan fanáticos como los anteriores. Ya en el 1145, los almohades hicieron<br />

sentir su presencia en España, y en el 1170 derrocaron definitivamente a los almorávides.<br />

Los almohades no lograron unificar los diversos partidos mahometanos que existían en España, y por tanto pronto<br />

aparecieron pequeños reinos al estilo de los <strong>del</strong> período de taifas. A pesar de ello, lograron derrotar en Alarcos a Alfonso<br />

VIII de Castilla, y los cristianos se vieron fuertemente presionados en diversos frentes. Pero el hecho de que la guerra se<br />

había vuelto una cuestión religiosa unió a los soberanos de León, Castilla, Navarra y León, que en la batalla de las Navas<br />

de Tolosa, en el 1212, derrotaron definitivamente a los almohades.<br />

A partir de entonces la Reconquista marchó rápidamente. En el 1230 los reinos de León y Castilla se unieron definitivamente<br />

bajo Fernando III. Este rey, conocido como San Fernando, tomó a Córdoba en el 1236, y a Sevilla en el 1248.<br />

Poco antes, entre el 1160 y el 1180, se habían fundado las grandes órdenes militares de Calatrava, Alcántara y Santiago,<br />

al estilo de las órdenes semejantes que ya hemos [Vol. 1, Page 409] visto al tratar acerca de las cruzadas. Algunas<br />

de estas órdenes llegaron a ser poderosísimas y a poseer grandes extensiones de terreno. A partir de 1248, el único<br />

estado islámico que quedaba en España era el reino e Granada. Quizá éste pudo haber sido conquistado entonces, pero<br />

los reyes de Castilla se limitaron a exigirle tributo. Los territorios recién conquistados eran demasiado extensos, y su<br />

proceso de asimilación demasiado complejo, para lanzarse inmediatamente a la toma de Granada. A punto de completarse,<br />

la Reconquista se detuvo, para ser emprendida de nuevo, casi dos y medio siglos más tarde, por Isabel de Castilla.<br />

En el entretanto, los cristianos guerrearían entre sí, permitiéndoles a los moros hacerse fuertes en Granada. Es en<br />

esa época cuando se queja el poeta Pedro López de Ayala:<br />

Olvidado han a los moros las sus guerras fazer,<br />

ca en otras tierras llanas osar fallen que comer.<br />

Unos son ya capitanes; otros enbían a correr.<br />

Sobre los pobres syn culpa se acostumbran mantener.<br />

Los cristianos han las guerras, los moros están folgados,<br />

en todos los más rreynos ya tienen rreyes doblados.<br />

E todo aquesto viene por los nuestros pecados,<br />

ca somos contra Dios en todas cosas errados.<br />

El impacto de España en la teología cristiana<br />

Mientras todos estos acontecimientos estaban teniendo lugar, y mientras algunos de los cristianos pretendían que<br />

los moros no eran sino unos infieles ignorantes, el hecho es que en muchos sentidos la civilización musulmana <strong>del</strong> sur<br />

de España estaba más a<strong>del</strong>antada que la <strong>del</strong> resto de Europa. Había allí grandes médicos, arquitectos y matemáticos de<br />

quienes los cristianos tenían mucho que aprender. Pero sobre todo, para lo que aquí nos interesa, había filósofos notabilísimos<br />

cuyo impacto se haría sentir en toda la teología cristiana occidental. Entre éstos, los mas importantes fueron el<br />

musulmán Averroes y el judío Maimónides, ambos cordobeses.<br />

Averroes nació en Córdoba en el 1126. Aunque hizo estudios de medicina, jurisprudencia y teología, fue en el campo<br />

de la filosofía donde más se destacó. Se dedicó a estudiar y comentar las obras de Aristóteles, y tuvo tal éxito que la<br />

posteridad lo conoció como “el Comentarista”. Para él, el conocimiento filosófico se hallaba por encima <strong>del</strong> religioso,<br />

puesto que el primero se basaba en la razón, y el segundo en la fe. Esto quiere decir que para entender el Korán adecuadamente<br />

hay que hacerlo “filosóficamente”. Lo que esto quería decir nunca resultó claro, pues Averroes siempre trató<br />

de aplacar la ira de las autoridades musulmanas.<br />

Pero en todo caso parecía dar a entender que la fe era el medio de conocimiento de los ignorantes o los de escasa<br />

capacidad intelectual, mientras que los más privilegiados debían preferir la razón.<br />

Otro punto en el que Averroes chocó con los jefes religiosos de su tiempo fue su doctrina acerca de la eternidad <strong>del</strong><br />

mundo. Los musulmanes, al igual que los cristianos, creían que Dios había hecho el mundo de la nada. Averroes, sobre<br />

la base de sus estudios de Aristóteles, llegó a la conclusión de que la materia era eterna. También en lo que se refiere a<br />

la vida después de la muerte, Averroes difería [Vol. 1, Page 410] de la ortodoxia mahometana. Para él, otra vez sobre la<br />

base de Aristóteles, todas las almas humanas (lo que él llama “el intelecto activo”) no son sino manifestaciones de una<br />

sola alma universal. Por tanto, cuando el individuo muere, su alma se reintegra a ese gran océano que es el alma universal.<br />

Maimónides era contemporáneo de Averroes, aunque uno pocos años más joven. Cuando los almohades se posesionaron<br />

de Córdoba, y trajeron consigo una actitud intolerante hacia lo judíos, Maimónides y su familia partieron de España.

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