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a escucharle, no sólo cristianos de diversas partes <strong>del</strong> Imperio, sino también paganos como la madre <strong>del</strong> emperador y el<br />

gobernador de Arabia.<br />

Por diversas razones, entre las cuales no faltaron los celos, hubo conflictos entre Orígenes y el obispo de Alejandría.<br />

El resultado de esos conflictos fue que Orígenes[Vol. 1, Page 99] se vio obligado a abandonar Alejandría e ir a vivir en<br />

Cesarea, donde continuó dedicándose al estudio y la enseñanza por veinte años más. Por fin, en tiempos de la persecución<br />

de Decio, Orígenes tuvo ocasión de mostrar la firmeza de su fe. Dado el carácter de esa persecución, Orígenes no<br />

fue muerto, sino torturado hasta tal punto que, puesto en libertad, murió al poco tiempo. Murió en la ciudad de Tiro cuando<br />

tenía unos setenta años de edad.<br />

La obra literaria de Orígenes fue inmensa. Puesto que sus conocimientos bíblicos eran enormes y estaba consciente<br />

de que el texto de las Escrituras contenía ligeras variantes, compuso la Hexapla. Esta era una colección, en seis columnas,<br />

<strong>del</strong> Antiguo Testamento en diversas formas: el texto hebreo, una transliteración en letras griegas de ese mismo<br />

texto —de modo que el lector que desconocía el hebreo pudiera conocer el sonido <strong>del</strong> hebreo, sobre la base <strong>del</strong> griego—<br />

y cuatro versiones distintas al griego. Además, se dedicó a comparar los diversos textos <strong>del</strong> Antiguo Testamento, y produjo<br />

toda una serie de símbolos para designar variantes, omisiones y añadiduras. Además, Orígenes compuso comentarios<br />

y sermones sobre buena parte <strong>del</strong> texto bíblico. Y a esto han de añadirse su apología Contra Celso, que ya hemos<br />

citado, y su gran obra sistemática, De los primeros principios, más conocida como De principiis. El modo en que Orígenes<br />

pudo escribir tantas obras nos da idea de su genio, pues buena parte de su producción literaria fue dictada directamente<br />

a algún discípulo o escriba. Y hasta se nos cuenta que en algunas ocasiones llegó a dictar obras diferentes a siete<br />

amanuenses simultáneamente.<br />

La teología de Orígenes sigue un espíritu muy parecido al de su maestro Clemente. Se trata de un intento de relacionar<br />

la fe cristiana con la filosofía que estaba en boga en Alejandría en esa época. Esa filosofía era lo que los <strong>historia</strong>dores<br />

llaman “el neoplatonicismo”. Pero Orígenes está mucho más consciente que Clemente de la necesidad de asegurarse<br />

que ese interés filosófico no le lleve a negar alguna de las doctrinas fundamentales <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong>. Según él, “nada<br />

que difiera de la tradición de los apóstoles y de la iglesia ha de aceptarse como verdadero” (De principiis, prefacio, 2).<br />

Esa tradición incluye ante todo la doctrina según la cual hay un solo Dios, creador y ordenador <strong>del</strong> universo, y por tanto<br />

las especulaciones gnósticas que pretenden que otro ha creado este mundo han de ser rechazadas. En segundo lugar,<br />

la doctrina apostólica nos enseña que Jesucristo es el Hijo de Dios, nacido antes que todas las criaturas, y que se ha<br />

encarnado de tal modo que, al mismo tiempo que se hizo hombre, siguió siendo Dios. Sobre el Espíritu Santo, según<br />

Orígenes, la tradición apostólica no está <strong>del</strong> todo clara, excepto en el sentido de que su gloria es la misma <strong>del</strong> Padre y<br />

<strong>del</strong> Hijo. Por último, esa tradición afirma que el alma ha de recibir recompensa o castigo según su vida en este mundo, y<br />

que al final habrá una resurrección <strong>del</strong> cuerpo, que se levantará incorruptible.<br />

Una vez afirmado esto, sin embargo, Orígenes se siente libre para alzarse en altos vuelos especulativos. Por ejemplo,<br />

puesto que la tradición de los apóstoles y de la iglesia no nos da detalles acerca <strong>del</strong> modo en que el mundo fue<br />

creado, Orígenes se lanza a investigar esta cuestión. En los primeros capítulos <strong>del</strong> Génesis hay dos <strong>historia</strong>s de la creación,<br />

hecho éste que conocían los sabios judíos aun antes de tiempos de Orígenes, y que ha de resultar claro a quienquiera<br />

que lea esos capítulos con detenimiento. En una de esas <strong>historia</strong>s, la primera, se nos dice que el ser humano fue<br />

creado a imagen y semejanza de Dios, y que “varón y hembra lo creó”.<br />

En la segunda, se nos dice que Dios hizo primero a Adán, de cuya costilla formó después a Eva. En la primera <strong>historia</strong>,<br />

el verbo griego que se utiliza para la acción de Dios corresponde a nuestro verbo “crear”, mientras que el que aparece<br />

en la segunda corresponde a nuestro “plasmar”. ¿Cómo explicar estas diversidades? Naturalmente, Orígenes no<br />

puede recurrir, como lo hacen los eruditos modernos, a la explicación según la cual lo que tenemos aquí es la conjunción<br />

de dos tradiciones distintas. Según él, si hay dos <strong>historia</strong>s de la creación esto ha de ser porque hubo dos creaciones.<br />

La primera creación, según Orígenes, fue puramente espiritual. Los seres que Dios hizo eran espíritus carentes de<br />

cuerpo. Es por esto que el texto dice que eran “varón y hembra”, es decir, sin distinciones sexuales. También es por ello<br />

que se utiliza el verbo “crear” más bien que “plasmar”.<br />

El propósito de Dios era que los espíritus que había creado se dedicaran a su contemplación. Pero algunos de ellos<br />

apartaron la vista <strong>del</strong> Creador, y por ello cayeron. Fue entonces que Dios produjo la segunda creación. Esta creación es<br />

material, y ha sido puesta como refugio u hogar provisional para los espíritus caídos. De esos espíritus, los que cayeron<br />

más bajo se han vuelto demonios, y los demás se han vuelto seres humanos. Fue para estos seres humanos que Dios<br />

creó los cuerpos que ahora poseemos, de los cuales se dice que los “plasmó” <strong>del</strong> polvo de la tierra, y que unos son varones<br />

y otros hembras.<br />

Naturalmente, esto quiere decir que todos los seres humanos existíamos antes de nacer en este mundo, y que la razón<br />

por la cual estamos aquí es que pecamos en esa existencia anterior y puramente espiritual. Resulta interesante notar<br />

que, aunque Orígenes cree derivar sus ideas <strong>del</strong> texto bíblico, en realidad se derivan de Platón, quien había enseña-

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