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Era la época de Ruy Díaz de Vivar, mejor conocido como El Cid, cuya <strong>historia</strong> ilustra las condiciones reinantes. Si<br />

tratamos de separar los hechos de la leyenda, encontramos en Ruy Díaz un personaje característico de la época. Soldado<br />

valeroso y hábil, sus enemigos, tanto moros como cristianos, lo temieron y respetaron. Su sentido de lealtad se pone<br />

de manifiesto en el episodio de Santa Gadea de Burgos, donde obligó a Alfonso VI a jurar que era inocente <strong>del</strong> fratricidio<br />

de que se le acusaba. Pero ese mismo episodio también muestra el alto grado de independencia que tenían los grandes<br />

señores, cuyo poderío militar era tal que podían negarse a aceptar la autoridad <strong>del</strong> rey El nombre de “Cid” es de origen<br />

árabe, y quiere decir “Señor”. Este nombre señala otro hecho de la vida <strong>del</strong> Cid: a pesar de ser uno de los grandes<br />

héroes <strong>del</strong> período de la Reconquista, pasó buena parte de su carrera al servicio de los moros, y no faltaron ocasiones<br />

en las que luchó junto a ellos contra los cristianos. Lo que a nosotros hoy, con una perspectiva de siglos, nos parece una<br />

gran empresa de reconquista, se les ocultaba a los contemporáneos en medio de interminables contiendas, alianzas y<br />

cuestiones dinásticas.<br />

En época de Alfonso VI tuvo lugar la primera gran conquista de un reino de taifa. En el 1085, los castellanos tomaron<br />

la ciudad deToledo. La noticia conmovió a los moros, pues Toledo, la antigua capital de los visigodos, era todavía una<br />

ciudad de relativa importancia. Aun más, al entrar en Toledo, Alfonso se declaró capaz de conquistar cualquier reino de<br />

taifa, e inmediatamente les exigió tributo a los de Sevilla, Zaragoza y Granada. En tales circunstancias, al ver peligrar la<br />

poca independencia que les restaba, algunos de los jefes moros apelarona los almorávides.<br />

Los almorávides y almohades<br />

Mientras los territorios musulmanes en España habían estado bajo el dominio de los pequeños reinos de taifas, en el<br />

norte de Africa había surgido el movimiento de los almorávides.<br />

Estos, de origen beréber, habían logrado imponer su autoridad sobre Marruecos, Tunisia y buena parte <strong>del</strong> Africa<br />

central, hasta el Senegal. Su islamismo era más fanático e intolerante que el de los regímenes anteriores, y sus conquistas<br />

tomaban el carácter de guerra santa.<br />

El rey moro de Sevilla apeló al jefe de estos almorávides,Yusuf, para que fuera a España a contener el avance de las<br />

tropas de Alfonso VI. Yusuf cruzó el estrecho de Gibraltar y en 1086, en la batalla de Zalaca, derrotó a los cristianos.<br />

Pero dos años después los reyes moros se vieron obligados a pedir su ayuda de nuevo. Entonces Yusuf regresó a España<br />

y se dedicó, no sólo a contener el avance cristiano, sino también a conquistar los diversos reinos de taifas en que el<br />

país estaba dividido. En el 1090 tomó a Granada, y el año siguiente Córdoba se le entregó. Después siguieron Sevilla,<br />

Badajoz, Valencia (donde el Cid había muerto tres años antes), Zaragoza y otras ciudades menores.<br />

A pesar de todas estas conquistas, los almorávides nunca lograron tomar a Toledo, cuya caída había sido la señal<br />

de alarma que les abrió el camino de España. Los cristianos reorganizaron sus ejércitos, y establecieron alianzas entre<br />

sí. Además, apelaron al resto de Europa.[Vol. 1, Page 408]<br />

El resultado de todo esto fue que la guerra tomó carácter religioso. Como hemos dicho anteriormente, hasta este<br />

momento la expansión de los reinos cristianos no se había basado por lo general en un espíritu de reconquista religiosa.<br />

Pero ahora, ante el fanatismo de los almorávides, los cristianos comenzaron a desarrollar un fanatismo semejante. De<br />

otras partes de Europa vinieron caballeros dispuestos a luchar en lo que parecía ser una cruzada occidental. El espíritu<br />

de una “reconquista” consciente se posesionó de la España cristiana, y por su parte también el conflicto tomó el carácter<br />

de guerra santa que había tenido para los almorávides.<br />

Esta situación tuvo otro resultado interesante para la vida de la iglesia española. En la guerra de reconquista, los españoles<br />

necesitaban el apoyo <strong>del</strong> resto de la Europa cristiana. Por tanto, se estrecharon los lazos con Francia y con Roma,<br />

y se dieron pasos para que la iglesia de España se conformara al resto de la cristiandad occidental. Uno de estos<br />

pasos fue la creciente influencia de la reforma monástica de Cluny. Pronto la mayoría de los obispos siguió la inspiración<br />

cluniacense. El otro paso importante fue la creciente supresión de la “liturgia mozárabe”. Esta era en realidad la vieja<br />

liturgia u orden de culto que la iglesia española había seguido desde antes de las conquistas musulmanas. Tras esas<br />

conquistas, los cristianos sometidos al régimen islámico continuaron utilizando la misma liturgia. Puesto que a esos cristianos<br />

se les llamaba “mozárabes”, pronto su orden de culto recibió el nombre de “liturgia mozárabe”. En las tierras reconquistadas<br />

por los cristianos se había continuado utilizando ese rito, que estaba profundamente arraigado entre el<br />

pueblo. Pero ahora, con las relaciones cada vez más estrechas con Roma, se tendió a suprimir ese orden de culto, y a<br />

imponer el romano. Además <strong>del</strong> resentimiento que esto causó, hubo otra consecuencia menos inmediata, pero no menos<br />

notable. La liturgia mozárabe hacía mucho más uso <strong>del</strong> Antiguo Testamento que la latina. Por lo tanto, su supresión tendió<br />

a cortar cada vez más el contacto de los cristianos con el Antiguo Testamento, y puede haber sido una de las razones<br />

por las que a la postre prevalecieron en España las mismas actitudes hacia los judíos que habían existido desde<br />

mucho antes en otras regiones de Europa.<br />

El régimen almorávid no duró mucho. En el 1118, el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador, conquistó a Zaragoza.<br />

Poco después Alfonso VII de Castilla comenzó a empujar de nuevo las fronteras hacia el sur. Todo esto era posible por-

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