justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
91<br />
[Vol. 1, Page 193] Los Grandes<br />
Capadocios 20<br />
No a todos, mis amigos, no a todos, les corresponde filosofar acerca de Dios,<br />
puesto que el tema no es tan sencillo y bajo. No a todos, ni ante todos, ni en todo<br />
momento, ni sobre todos los temas, sino ante ciertas personas, en ciertas<br />
ocasiones, y con ciertos límites.<br />
Gregorio de Nacianzo<br />
La región de Capadocia se encontraba al sur de Asia Menor, en territorios que hoy pertenecen a Turquía.<br />
Allí florecieron tres dirigentes eclesiásticos que bien merecen contarse entre los “gigantes” <strong>del</strong> siglo cuarto. Estos tres<br />
gigantes son Basilio de Cesarea, el teólogo a quien la posteridad conoce como “el Grande”, su hermano Gregorio de<br />
Nisa, famoso por sus obras acerca de la contemplación mística, y el amigo de ambos, Gregorio de Nacianzo, el gran<br />
orador y poeta, muchos de cuyos himnos son obras clásicas para la iglesia de habla griega. Pero antes de pasar a relatar<br />
su vida y obra, debemos detenernos a hacerle justicia a otro personaje no menos meritorio, aunque a menudo olvidado<br />
en medio de una <strong>historia</strong> en la que se reconoce poco la obra de las mujeres. Se trata de Macrina, la hermana de Basilio<br />
y de Gregorio de Nisa.<br />
Macrina de Capadocia<br />
La familia de Macrina, Basilio y Gregorio era profundamente religiosa, y sus raíces cristianas se extendían por lo<br />
menos hasta dos generaciones atrás. Sus abuelos maternos, Basilio y Macrina, habían pasado siete años escondidos en<br />
los bosques cuando la persecución de Decio. Durante ese exilio les acompañaban varios miembros de su casa, entre los<br />
que se contaban sus dos hijos, Gregorio y Basilio. Este Gregorio —tío de nuestros capadocios— más tarde llegó a ser<br />
obispo. [Vol. 1, Page 194] En cuanto a Basilio, el padre de los hermanos cuya vida ahora narramos, llegó a ser un famoso<br />
abogado y maestro de retórica, y se casó con una cristiana de nombre Emilia—a quien la posteridad conoce como<br />
“Santa Emilia” —cuyo padre había sido también cristiano, y había muerto como mártir—. Luego, los abuelos de nuestros<br />
capadocios, tanto por línea materna como por línea paterna, habían sido cristianos, y uno de sus tíos era obispo.<br />
Basilio y Emilia tuvieron diez hijos —cinco mujeres y cinco varones—. De las primeras, sólo conocemos el nombre<br />
de Macrina. De los varones, cuatro nombres nos son conocidos: Basilio, Naucracio, Gregorio y Pedro. De estos diez<br />
hermanos, cuatro han recibido el título de “santos”: Macrina, Basilio, Gregorio y Pedro. Al parecer, casi todas las mujeres<br />
eran mayores que los varones. De ellas, la de más edad era Macrina. Basilio era el mayor de los varones que vivían,<br />
pues el otro hermano, cuyo nombre desconocemos, había muerto en la infancia. Pero aun así Macrina era diez años<br />
mayor que Basilio.<br />
A los doce años, Macrina era ya una mujer hermosa, y sus padres dieron los pasos que se acostumbraba entonces<br />
para preparar su matrimonio. Entre sus muchos pretendientes, escogieron a un joven pariente <strong>del</strong> agrado de Macrina, y<br />
que proyectaba hacerse abogado. Todo parecía estar listo cuando el joven novio murió inesperadamente. Tras un tiempo<br />
prudencial, los padres de Macrina comenzaron a hacer arreglos para que su hija pudiera casarse con algún otro pretendiente.<br />
Pero la joven se negó a acceder a tales preparativos, diciendo que su compromiso era como un matrimonio, y<br />
que su esposo estaba esperándola en el cielo. Por fin hizo votos en el sentido de no casarse jamás, y de dedicarse a la<br />
vida religiosa en el seno de su hogar, al tiempo que acompañaba y ayudaba a su madre.<br />
Dos o tres años antes <strong>del</strong> compromiso de Macrina, había nacido Basilio, un niño enfermizo por cuya salud sus padres<br />
oraron sin cesar, hasta que una visión le prometió a Basilio el padre que su hijo viviría. Una mujer campesina fue<br />
traída para amamantar al pequeño Basilio, quien trabó así una fuerte amistad con su hermano de leche, Doroteo—más<br />
tarde presbítero.<br />
Basilio era el orgullo de un padre que había tenido que esperar más de diez años por un hijo varón. En él se cifraban<br />
sus esperanzas de que alguien continuaría su renombre como abogado y orador, y por ello Basilio recibió la mejor educación<br />
disponible. Estudió primero en Cesarea, la ciudad principal de Capadocia; después en Antioquía, en Constantinopla,<br />
y por último en Atenas. Fue allí que estudió junto al joven Gregorio, que después llegaría a ser obispo de Nacianzo,<br />
así como junto al príncipe Juliano, conocido después como “el Apóstata”.