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justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1

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261<br />

A mediados <strong>del</strong> siglo XIV, la situación empeoró. Los turcos otomanos, que antes se habían posesionado <strong>del</strong> Asia<br />

Menor, atravesaron el Mar Negro y se lanzaron a la conquista de los Balcanes. Este era el único territorio que le quedaba<br />

a Constantinopla, aparte de unas pocas islas en el Egeo. Pronto los genoveses aprovecharon esa coyuntura y se apoderaron<br />

de las principales de esas islas, al tiempo que los turcos conquistaban toda la península balcánica, excepto el Epiro<br />

y el Peloponeso. El primero de estos dos territorios siguió un curso independiente, hasta que fue conquistado, primero<br />

por los albaneses y después, en el siglo XV, por los turcos. El segundo fue tomado por los turcos en 1460, siete años<br />

después de la caída de Constantinopla.<br />

Privada de casi todos sus territorios, y dividida por cuestiones de la sucesión al trono, Constantinopla sólo pudo subsistir<br />

como estado vasallo de los turcos, a quienes se vio obligada a pagar tributo. Y aun esa situación era en extremo<br />

precaria, pues tan pronto como los turcos se vieran libres de sus conflictos con los húngaros y los albaneses era de esperarse<br />

que se volvieran contra Constantinopla. Colocada en el centro mismo de los territorios otomanos, como un puente<br />

entre Asia y Europa, la vieja capital de Constantino era un quiste dentro de las posesiones <strong>del</strong> sultán Bayaceto. Al<br />

comenzar el siglo XV, parecía que los turcos tomarían a Constantinopla de un momento a otro.<br />

Entonces sucedió lo imprevisto. Por varias décadas, los emperadores bizantinos habían estado rogándole al Occidente<br />

cristiano que acudiera en su defensa. Sus ruegos no consiguieron respuesta efectiva alguna. Pero en el Oriente,<br />

entre paganos, se levantó el conquistador que, sin quererlo, prolongaría la vida de Bizancio por medio siglo. Tamerlán, el<br />

temible mongol que se propuso reconstruir el imperio de Gengis Kan, derrotó a los turcos en la batalla de Angora, en<br />

Asia Menor, a mediados de 1402. Esto detuvo el avance de los turcos. Y aunque Tamerlán pronto abandonó el Asia<br />

Menor, los turcos se vieron entonces divididos por una guerra civil entre los hijos de Bayaceto. Cuando por fin el sultán<br />

Mahoma I resultó vencedor, tuvo que dedicar sus esfuerzos a consolidar su poder e imponer el orden en sus territorios.<br />

Su hijo, Murad II, sitió a Constantinopla en 1422. Pero un nuevo ataque mongol, y la rebelión de uno de sus hermanos, le<br />

obligaron a levantar el cerco. Por otra parte, los húngaros y los albaneses también lograron importantes victorias sobre<br />

los turcos. Así, salvada por acontecimientos inesperados, Constantinopla logró prolongar su existencia. Pero en 1451, a<br />

la muerte de Murad, le sucedió Mahoma II, cuyo gran sueño era hacer de Constantinopla una ciudad musulmana, capital<br />

de su imperio.<br />

En el entretanto, los emperadores de Bizancio no tenían otro recurso que acudir al Occidente latino, con la esperanza<br />

de que esta vez su clamor fuera escuchado. Fue entonces que tuvo lugar la reconciliación entre ambas ramas de la<br />

cristiandad, [Vol. 1, Page 557] en el Concilio de Ferrara-Florencia, en julio de 1439. Empero esto no redundó en bien de<br />

la asediada Constantinopla, pues el papado no tenía el poder necesario para obligar a las potencias occidentales a enviarle<br />

refuerzos a la ciudad asediada, y los griegos vieron en la acción de su emperador y sus jerarcas eclesiásticos una<br />

traición y una capitulación ante la herejía. En 1443, los patriarcas de Jerusalén, Alejandría y Antioquía, quizá debido en<br />

parte a la presión de los turcos, repudiaron lo que había sido hecho en el concilio. Los rusos reaccionaron de igual manera.<br />

Luego, Constantinopla se vio absolutamente sola, dividida y asediada por los turcos. No le quedaba a Constantino XI,<br />

quien reinaba a la sazón en la ciudad de su homónimo el Grande, otro aliado que el Occidente cristiano, y por ello insistió<br />

en sus planes de unión. En diciembre de 1452 se celebró en Santa Sofía la misa romana.<br />

Los días de Constantinopla estaban contados. El 7 de abril de 1453, Mahoma II sitió la ciudad. Para forzar sus murallas<br />

hizo uso de piezas de artillería que le habían facilitado ingenieros cristianos. Los sitiados se defendieron valientemente,<br />

pero su situación era desesperada, pues las murallas no resistían el embate de la artillería turca. El 28 de mayo<br />

hubo un culto solemne en la catedral de Santa Sofía. El 29 fue el último asalto por parte de los turcos. El emperador<br />

Constantino XI Paleólogo murió defendiendo la ciudad. (Cinco siglos más tarde, este autor se encontró, en el camposanto<br />

de una pequeña iglesia anglicana en una isla <strong>del</strong> Caribe, una lápida que decía: “Aquí yace el último descendiente por<br />

línea directa de Constantino Paleólogo, último emperador de Constantinopla”.) Los turcos irrumpieron a través de la muralla,<br />

y por tres días y tres noches, según se lo había prometido el Sultán, la vieja capital fue saqueada. Después Mahoma<br />

tomó posesión formal de ella, y Constantinopla comenzó su transformación para venir a ser Istambul, capital <strong>del</strong> Imperio<br />

Otomano. En la catedral de Santa Sofía, donde siglos antes predicó Juan Crisós<strong>tomo</strong>, resonó ahora el nombre de<br />

Mahoma. El gran sueño de Constantino, de fundar una Nueva Roma cristiana, había terminado.[Vol. 1, Page 558]<br />

1<br />

1 González, J. L. (2003). Historia <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong> : Tomo 1 (1:551-558). Miami, Fla.: Editorial Unilit.

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