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147<br />

Mientras tanto, en Siria y los alrededores sucedió algo parecido. Justiniano trató de aplastar el monofisismo en la región,<br />

pero Teodora se opuso a esa política, y protegió a algunos de los principales opositores <strong>del</strong> Concilio de Calcedonia.<br />

Uno de estos fue Jacobo Baradeo, un evangelista fervoroso de vida austera, que se dedicó a viajes misioneros en los<br />

que convirtió a muchas personas, consagró a por lo menos 27 obispos, y ordenó a millares de sacerdotes. Sus viajes lo<br />

llevaron por toda Siria, y hasta Egipto, Persia, Asia Menor y Constantinopla. Su labor fue tal que poco después se empezó<br />

a hablar de la iglesia monofisita de esa región como la “iglesia jacobita”, y así se llama hasta el presente.<br />

Cuando los árabes conquistaron la mayor parte de los territorios en que Jacobo Baradeo había laborado, la iglesia<br />

jacobita reafirmó su independencia <strong>del</strong> Imperio Bizantino, y su repudio al Concilio de Calcedonia. Pero a pesar de ello no<br />

lograron ser tan numerosos en Siria como lo eran los ortodoxos. A mediados <strong>del</strong> siglo XX el número de sus miembros<br />

ascendía a unos cien mil.<br />

En resumen, las principales iglesias disidentes que surgieron de las controversias cristológicas y que perduran hasta<br />

nuestros días son cinco. En oposición al Concilio de Efeso, surgió la iglesia nestoriana. Y contra el de Calcedonia se<br />

declararon las iglesias armenia, etíope, copta y jacobita, a las que los demás cristianos llaman “monofisitas”.<br />

[Vol. 1, Page 315] Las conquistas<br />

árabes 31<br />

Aunque antes habían pedido ayuda contra los incrédulos, cuando recibieron de<br />

Dios un libro que confirmaba las Escrituras no quisieron creer. Por esa razón los<br />

infieles recibirán la maldición de Dios.<br />

El Corán<br />

A principios <strong>del</strong> siglo VII, parecía que por fin Europa comenzaba a salir <strong>del</strong> caos en que la habían sumido las invasiones<br />

de los bárbaros. Todos los invasores arrianos se habían vuelto católicos. Los francos, que desde un principio se habían<br />

convertido a la fe nicena, empezaban a establecer su hegemonía sobre las Galias. En las Islas Británicas, comenzaban a<br />

verse los resultados de la misión de Agustín. En Italia, en medio de las dificultades causadas por los lombardos, Gregorio<br />

el Grande ocupaba la sede pontificia.<br />

El Imperio Bizantino disfrutaba todavía <strong>del</strong> resultado de las conquistas de Justiniano, especialmente en el norte de<br />

Africa, donde el reino de los vándalos había desaparecido.<br />

Entonces sucedió lo inesperado. De un oscuro rincón <strong>del</strong> mundo, al que tanto el Imperio Romano como los reyes<br />

persas le habían prestado poquísima atención, surgió una avalancha que, impulsada por la predicación <strong>del</strong> Corán, parecía<br />

destinada a conquistar el mundo.<br />

Mahoma<br />

El fundador <strong>del</strong> Islam, Mahoma, era miembro de una familia destacada en la ciudad de Meca, en Arabia. Su padre<br />

había muerto poco antes de que Mahoma naciera, y su madre murió cuando el niño tenía seis años. Fue entonces su tío<br />

quien lo crió. Pero los negocios de la familia sufrieron serios reveses, y Mahoma pasó buena parte de su juventud como<br />

pastor.[Vol. 1, Page 316]<br />

Después se unió al comercio de las caravanas, y su éxito fue tal que la viuda rica Cadija lo puso al frente de sus negocios.<br />

Tras algún tiempo, Cadija y Mahoma contrajeron matrimonio. Mientras vivió, Cadija fue el consejero y auxiliar<br />

más cercano con que contó Mahoma. Pero durante largo tiempo el futuro Profeta <strong>del</strong> Islam se dedicó sencillamente al<br />

comercio, y su vida no parecía distinta de la de sus muchos colegas. Alrededor <strong>del</strong> año 610, cuando contaba unos cuarenta<br />

años, comenzó la carrera religiosa <strong>del</strong> Profeta. Este había acostumbrado retirarse de vez en cuando a un lugar<br />

apartado, para orar y meditar. Por esa época, había tenido ya amplios contactos con el judaísmo y con el <strong>cristianismo</strong>,<br />

pues en Arabia había buen número de judíos, y había también cristianos de diversas sectas. Algunas de estas sectas<br />

habían perdido todo contacto con el resto de la iglesia siglos antes, y por tanto sus doctrinas habían evolucionado por<br />

caminos a veces extraños. En todo caso, según cuenta la leyenda musulmana, Mahoma se encontraba en una montaña<br />

cerca de Meca cuando se le apareció el ángel Gabriel y le ordenó que proclamara el mensaje <strong>del</strong> único Dios verdadero.[Vol.<br />

1, Page 317]<br />

Al principio, Mahoma fue algo tímido en su predicación. Tenía dudas acerca de su propia misión, y por algún tiempo<br />

no recibió otra revelación. Pero a la postre se convenció de que tenía una misión profética, y se lanzó a cumplirla. Comenzó<br />

entonces a proclamar el mensaje <strong>del</strong> Dios único, a la vez <strong>justo</strong> y misericordioso, que gobierna todas las cosas y<br />

exige obediencia de los seres humanos. Su mensaje, al estilo de los profetas <strong>del</strong> Antiguo Testamento, se presentaba

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