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justo-l-gonzalez-historia-del-cristianismo-tomo-1

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También antes de las invasiones había ocurrido otra cosa de gran importancia para la <strong>historia</strong> <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong> en las<br />

Islas Británicas. Se trata de la misión de Patricio a Irlanda. Patricio era un joven cristiano que vivía en la Gran Bretaña,<br />

donde su padre era oficial <strong>del</strong> ejército romano. Cuando todavía era muy joven, una banda de irlandeses que asaltó la<br />

zona en que él vivía lo apresó y lo llevó prisionero a Irlanda. Allí vivió por varios años como esclavo, pastoreando ganado,<br />

añorando su hogar, y profundizando su fe. Por fin, mediante arreglos con el capitán de un barco, logró escapar, pero<br />

antes de poder regresar a su hogar fue llevado al continente, donde pasó muchas dificultades antes de regresar a la<br />

Gran Bretaña.<br />

De vuelta a su hogar, Patricio gozaba de lo que parecía ser un merecido reposo cuando recibió en sueños un llamamiento<br />

de ir como misionero a Irlanda, el mismo lugar donde hasta poco tiempo antes había sido esclavo. Así lo hizo, y<br />

con grave peligro de su vida comenzó a predicar en Irlanda. Tras una nueva serie de dificultades, comenzó a ver los<br />

resultados de su obra, y se cuenta que su éxito fue tal que en ocasiones bautizó a multitudes de irlandeses, sencillamente<br />

mandándoles a todos que se introdujeran en las aguas de un río, y entonces él pronunciaba la fórmula bautismal sobre<br />

la muchedumbre. Pronto comenzó a ordenar e instruir sacerdotes irlandeses para que sirvieran de pastores a los<br />

recién convertidos.<br />

La iglesia que Patricio fundó en Irlanda tenía varias características que la distinguían <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong> en el resto de<br />

Europa. De ellas la más notable era que, en vez de ser gobernada por obispos, quienes tenían autoridad eran los abades<br />

de los conventos. Además, el Domingo de Resurrección se celebraba en una fecha distinta, las tonsuras de los clérigos<br />

eran diferentes, etc.<br />

Poco después de la obra de Patricio, Irlanda se había vuelto un centro misionero. Puesto que ya entonces los bárbaros<br />

habían invadido la Gran Bretaña, y puesto que en todo caso los pictos y escotos <strong>del</strong> norte de esa isla nunca habían<br />

sido cristianos, buena parte de la labor misionera de los irlandeses iba dirigida hacia la Gran Bretaña.<br />

El más famoso e importante de estos primeros misioneros irlandeses fue Columba, quien se había educado en Irlanda<br />

en un monasterio que conservaba mucha de la sabiduría de la antigüedad. Alrededor <strong>del</strong> año 563, Columba y doce<br />

compañeros se establecieron en la pequeña isla de Iona, frente a las costas de Escocia. Allí fundaron un monasterio con<br />

el propósito de que fuese un centro misionero para la conversión de los pictos. A partir de allí, Columba y sus compañeros<br />

hicieron varias visitas a los territorios de los pictos, hasta que lograron la conversión <strong>del</strong> rey Bridio y de la mayoría de<br />

sus súbditos.<br />

A partir de Iona, el <strong>cristianismo</strong> se extendió también hacia los reinos de los anglos y los sajones. Casi cuarenta años<br />

después de la muerte de Columba, el rey [Vol. 1, Page 257] de Northumbria, Osvaldo, se vio obligado por circunstancias<br />

políticas a refugiarse en Iona. Cuando en el año 635 llegó el momento de la batalla decisiva en la defensa de su reino<br />

frente a los bretones, se cuenta que vio en sueños a Columba, quien le daba valor. A la mañana siguiente, antes que el<br />

enemigo se preparase para la batalla, Osvaldo levantó una ruda cruz, y le pidió la victoria al Dios de Columba. Entonces<br />

él y los suyos se lanzaron sobre los bretones, que huyeron despavoridos. El resultado fue que todo el reino de Northumbria<br />

se hizo cristiano. A petición de Osvaldo, los monjes de Iona enviaron misioneros a su reino. Uno de ellos, Aidán,<br />

fundó en la isla de Lindisfarne un monasterio semejante al que Columba había fundado en Iona. A partir de allí, la fe<br />

cristiana se expandió a varios otros reinos de la Gran Bretaña.<br />

Los monjes misioneros provenientes de Irlanda eran a la vez personas devotas y estudiosas. Los monasterios irlandeses<br />

fueron uno de los pocos centros donde se preservó el conocimiento de la antigüedad durante el período caótico<br />

que siguió a las invasiones de los bárbaros.<br />

Empero no sólo de Irlanda llegaron misioneros a la Gran Bretaña. Cuenta la leyenda que Gregorio el Grande, uno de<br />

los más notables papas, cuya vida y obra discutiremos más a<strong>del</strong>ante, se paseaba por el mercado en la ciudad de Roma<br />

cuando le llamaron la atención unos jóvenes rubios que estaban a la venta como esclavos.<br />

—¿De qué país son esos jóvenes?— preguntó Gregorio.<br />

—Son anglos— le contestaron.<br />

—Anglos han de ser en verdad, pues tienen rostros de ángeles.<br />

¿Dónde está el país de los anglos? —En Deiri.<br />

—De ira son en verdad, pues han sido llamados de la ira a la misericordia de Dios. ¿Cómo se llama su rey?<br />

—Aella.<br />

—¡Aleluya! Hay que hacer que en ese país se alabe el nombre de Dios.<br />

Es posible que este diálogo, que nos cuentan cronistas antiguos, nunca haya tenido lugar. Pero en todo caso no cabe<br />

duda de que Gregorio sintió desde joven una atracción por el país de los anglos. En cierta ocasión trató de ir como<br />

misionero a esos territorios. Pero era demasiado popular en Roma. El pueblo se amotinó y no lo dejó partir. En el año<br />

590, según veremos más a<strong>del</strong>ante, llegó a ser papa.

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