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el sueño de la aldea<br />
chilenos, centroamericanos, mexicanos,<br />
que eran como yo: unos muertos de hambre<br />
que andaban en Madrid porque no<br />
podían andar en otra parte. Esto era en<br />
el pleno franquismo mierda y duro pero<br />
un poco menos bestia, en 1963. Entonces<br />
tener relaciones con una mujer en España,<br />
incluso de amistad, era impensable:<br />
todas eran vírgenes o santas o monjas.<br />
¿De dónde sacaron, el Destape español<br />
y Almodóvar, a tantas mujeres desbocadas<br />
y gays delirantes y jueces con vidas<br />
secretas? ¡De siglos de opresión que<br />
nos oprimían también a los fervientes<br />
latinoamericanos! Para esos muertos de<br />
hambre sin musas posibles sólo existía<br />
la camaradería de los escritores que se<br />
enseñan sus poemas y sus cuentos y<br />
se toman un chocolate a lo largo de cuatro<br />
horas o más, porque todo el mundo<br />
les es hostil o por lo menos indiferente.<br />
A Managua yo fui para ver qué pasaba<br />
cuando ocurría la Revolución Sandinista<br />
y todavía la Revolución era una<br />
cosa maravillosa. Se respiraba en el aire<br />
que la gente estaba contenta porque tenía<br />
el poder y la esperanza en sus manos.<br />
Las relaciones con hombres y mujeres,<br />
“los compitas”, eran muy emocionantes,<br />
muy vitales, muy vibrantes, en el<br />
sentido más sencillo de la palabra. Eso<br />
fue antes de que se empezaran a fosilizar<br />
las relaciones de los cuadros con<br />
(ejem) el pueblo, aunque ya empezaban<br />
los desplantes de caudillismo y caciquismo<br />
entre los Héroes de la Lucha.<br />
Decíamos entonces: la Revolución Sandinista<br />
tiene tres caminos: o el cubano<br />
o el mexicano o el propio, y ojalá que<br />
no siga ni el cubano, que es el partido lo<br />
que importa y tú te chingas, ni el mexicano,<br />
que es el de aquí nos corrompemos<br />
todos, compay. La ruta que tomó<br />
el sandinismo fue la propia: una mezcla<br />
de los dos caminos, la cuadradez<br />
machista-leninista y la corrupción a la<br />
mexicana juntas.<br />
el camino de la duda<br />
Cada libro es un entusiasmo, cada<br />
libro es una forma de padecimiento.<br />
Quizá lo más padre es que ya<br />
casi no sufro. Si no puedo escribir,<br />
no puedo escribir.<br />
–¿Usted cree en la tradición de los padres<br />
literarios? ¿Cuáles son los autores qué<br />
más lo han influido al escribir?<br />
–Yo no me veo padres literarios, pero sí<br />
primos, hermanos, amigos. ¡Y ex ídolos<br />
que por respeto no voy a nombrar! Dentro<br />
de la tradición mexicana, a mí me<br />
gustan mucho tres escritores que son<br />
muy diferentes de mí y entre sí, que<br />
son Martín Luis Guzmán, Salvador Elizondo<br />
y Salvador Novo.<br />
–¿Y otros artistas, músicos, compositores?<br />
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