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el sueño de la aldea<br />
pio e intransferible de la experiencia<br />
del instante, que es, a mi juicio, lo que<br />
pone en escena, de modo necesariamente<br />
fugaz, el poema –un ímpetu, como decía<br />
Henri Michaux, que no puede durar<br />
mucho.<br />
Y también habría que soslayar, entre<br />
otras prácticas de lenguaje que se<br />
alejan fuertemente de toda huella de<br />
la oralidad para poner el énfasis en la<br />
escritura, emprendimientos tales como<br />
la poesía concreta, que prefiere reclamar,<br />
para su realización, el espacio físico<br />
y plástico de la página, en lugar de<br />
la voz y, para su recepción, la vista en<br />
lugar del oído.<br />
Ahora bien, es la poesía la que ocurre<br />
en la voz –o, si se prefiere, sólo la voz<br />
puede sintonizar la situación poética,<br />
el sistema de relaciones o correspondencias<br />
que ésta pone en juego, en un<br />
momento dado del fluir de las cosas<br />
a través del tiempo–. Pero el poema,<br />
al menos tal como hoy lo conocemos,<br />
realidad tangible sobre una página,<br />
mantiene con el acontecimiento poético<br />
una relación testimonial: el poema<br />
es la huella de la voz que se manifiesta<br />
en el hecho de la poesía, el eco más<br />
o menos distante de aquel suceso.<br />
En este sentido, podría decirse que<br />
aquello que persiste en expresarse en<br />
el poema es de algún modo el fantasma<br />
de la voz que hizo posible la experiencia<br />
poética y que ésta, a su vez,<br />
reclamó con su espesor de urgencia, de<br />
actualidad fugaz e irrepetible, de temblor<br />
único, el pase del testigo: la escritura<br />
del poema, allí donde la voz de la<br />
experiencia se adelgaza o deshilvana<br />
puesto que, si la poesía es aquel caracol<br />
nocturno del que hablaba Lezama<br />
Lima, lo que de él persiste en el poema<br />
es su rastro de baba.<br />
Si se aceptan estas consideraciones,<br />
podría reformularse la pregunta inicial:<br />
¿qué rastros de qué voces persisten<br />
en hacernos llegar su testimonio<br />
en el poema y, en tal sentido, qué papel<br />
cabe al poeta en esa actividad testimonial,<br />
documentaria?<br />
Me apresuro a admitir que estas consideraciones<br />
descansan sobre un acto<br />
de fe o, si se prefiere, sobre el incómodo<br />
énfasis de una serie de sospechas que<br />
paso a enumerar:<br />
° La poesía ocurre en un exterior ajeno<br />
a la conciencia, a la voluntad y a la<br />
voz del poeta.<br />
° La poesía es un don del mundo que<br />
encuentra en la lengua un refugio provisional<br />
pero cierto.<br />
° El poema es la casa de palabras<br />
que el poeta logra construir (con ayuda<br />
de la tradición, de la cultura, de la<br />
sensibilidad de su época y de una sensibilidad<br />
e intuición propias) para un<br />
hecho de poesía.<br />
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