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Posteriormente escritos)

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el profe que estaba dando clase?, ¿una<br />

ponencia? Eso sí: bien escrita, o bien<br />

pronunciada. Y el poema, el canto, el<br />

estremecimiento… Y sin embargo los<br />

hay. Ya he dicho que, avanzando de la<br />

mitad hacia el final del libro, los cantos<br />

adquieren la condición de cantos; incluso<br />

con sus dejos de timidez, van aventurándose<br />

a lo que de una vez y para<br />

siempre su intuición captó a primera vista,<br />

cuando lo enfangó en subterfugios escriturales<br />

esa fotografía, esa mujer, otras<br />

mujeres y Magritte –al que usa con la<br />

obviedad del caso.<br />

Para llegar, entonces, a dilucidar esa<br />

intuición primigenia, el poeta tuvo que<br />

fletarse, sí, arriesgarse a dejarnos ver<br />

ciertos versos poco afortunados, con tal<br />

de llegar a las lindes de su asunto: o esta<br />

foto sólo es un divertimento o encierra de<br />

verdad un enigma. Al cabo, nunca sabremos<br />

quién fue esa mujer y poco nos<br />

debe importar el artista, cuyo nombre<br />

completo fue Onésipe Aguado de las<br />

Marismas (en serio: así se consigna en<br />

la página legal). Importa pues, a pesar<br />

de titubeos, discursividades, alocuciones<br />

librescas y otros ripios –inclusive el<br />

título impronunciable–, que Luigi Amara<br />

haya llegado a escribir y dejarnos leer,<br />

por ejemplo, esto:<br />

Cejas de hollín y polvo<br />

debajo de la peluca majestuosa,<br />

sombras que apenas disimulan<br />

sus párpados ausentes,<br />

y esa plasta de maquillaje<br />

por cuyas grietas se vislumbra<br />

la estofa de la nada que la anima,<br />

Entre las relecturas que hice de este<br />

libro para acercármele –¿de qué se trata<br />

esto?, ¿cuál es el caso?, ¿por qué no<br />

me golpea?–, hubo una ocasión que me<br />

hizo recordar estos versos de Borges,<br />

que acaso justifican la busca y la extenuación,<br />

el pequeño verso que vale una<br />

vida y lo mucho que un poeta deberá<br />

explorar por si algo se le da –a Luigi<br />

Amara, sin dudarlo, le queda tanto por<br />

escribir:<br />

Mis padres me engendraron para el juego<br />

arriesgado y hermoso de la vida,<br />

para la tierra, el agua, el aire, el fuego.<br />

Los defraudé. No fui feliz. Cumplida<br />

no fue su joven voluntad. Mi mente,<br />

se aplicó a las simétricas porfías<br />

del arte, que entreteje naderías.<br />

El tigre medirá un metro<br />

Juan Carlos Reyes<br />

Antonio Ramos Revillas, Los últimos hijos,<br />

conaculta/Almadía, México, 2015, 259 p.<br />

el hijo que valga más que yo<br />

Es bien sabido que los epígrafes en la<br />

literatura pueden ir de lo presuntuoso a<br />

lo hermético. En este caso, el que Ramos<br />

Revillas emplea con mucho tino<br />

para su novela, es un fiel reflejo del tema<br />

central de la novela: el último verso del<br />

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