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ada por la delincuencia organizada. Sin<br />
embargo esto no los hace distintos a los escritores<br />
del resto del país, ya que la violencia<br />
ha permeado grandes zonas de México.<br />
En esta generación son visibles la escritura<br />
de Julián Herbert, Luis Felipe Lomelí y<br />
César Silva Márquez. Los tres, con distintas<br />
apuestas, buscan aproximarse a<br />
lo violento, a la amarga realidad social,<br />
desde construcciones artificiales que lindan,<br />
sobre todo en Herbert, con lo poético.<br />
Un cuento sorprendente de un autor<br />
coetáneo es “Señor de señores”, de Miguel<br />
Tapia, poco citado en antologías y<br />
encuentros. Este relato es una muestra<br />
de la revitalización que puede tener el<br />
tema del narcotráfico, muchas veces<br />
tratado de forma simplona, cuando hay<br />
una voluntad de crear un estilo y no limitarse<br />
a contar una historia. En “Señor<br />
de señores” hay un diálogo entre<br />
el mito bíblico y el poder que subyuga<br />
a los desheredados. Usando el formato<br />
de los versículos de la Biblia, con<br />
una trasposición de nombres y títulos,<br />
Miguel Tapia construye una autoridad<br />
inplacable que aplasta a sus enemigos<br />
y recompensa a quienes obedecen sus<br />
órdenes. Semejante aproximación, que<br />
recuerda a la propuesta de escritores<br />
como Yuri Herrera, no trivializa el problema<br />
del narcotráfico sino que lo lleva<br />
a aguas más profundas, interrogándonos<br />
de qué manera los nuevos poderes<br />
inciden y moldean el imaginario social.<br />
El último norteño de la lista, Luis Panini,<br />
se acerca más al texto conceptual,<br />
que abreva de lo posmoderno. En<br />
“Gran pantalla” la violencia se justifica<br />
a sí misma y el contexto es la jungla<br />
urbana. El absurdo es la única regla y<br />
se nutre de la cultura pop, el individualismo<br />
que no conoce límites.<br />
Una antología es una lista, una geografía<br />
que revela apuestas que se cumplen<br />
o fracasan en un futuro que aún<br />
no podemos bosquejar. Quedará para la<br />
discusión si la llamada “narrativa del norte”<br />
o “narrativa del desierto” tiene futuro<br />
como grupo compacto, con búsquedas<br />
similares o una memoria compartida,<br />
como aún la quieren ver algunos nostálgicos<br />
o sucumbirá, como tantas otras<br />
narrativas regionales, ante el embate de<br />
un mercado editorial cada vez más homogenizado.<br />
Quizá sólo quede en mera<br />
etiqueta de un momento preciso. Mi<br />
profecía, a contracorriente de Eduardo<br />
Antonio Parra, es que las fronteras literarias<br />
serán cada vez más difusas hasta<br />
desaparecer. Los autores del norte, así<br />
como los del resto del país –gracias a<br />
internet y a las tecnologías de comunicación<br />
como las redes sociales–, ya<br />
for man parte de un mundo global en el<br />
que los territorios físicos pierden paulatinamente<br />
su importancia.<br />
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