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desmadres y tareas críticas según enrique serna<br />
cómo aparece la esfera cultural creada por esa crítica en las colecciones Las<br />
caricaturas me hacen llorar (1996) y Giros negros (2008), hasta su tratado no<br />
necesariamente culminante (sigue mordiendo la mano que nos da de comer)<br />
que es Genealogía de la soberbia intelectual (2013). Leídas detalladamente, las<br />
primeras compilaciones presentan una vasta crítica a varias representaciones<br />
de la cultura popular. Consecuentemente, el título Las caricaturas me hacen<br />
llorar se extrae de una popular canción homónima de los años sesenta, en la<br />
que Queta Garay se refiere a una enamorada que presencia una traición en<br />
un cine, con el Pato Donald proyectado en el fondo, imagen remedada en la<br />
portada de la primera edición del libro. En cambio, Genealogía de la soberbia<br />
se ocupa abundantemente de las humanidades, y de la literariedad en<br />
particular. Por ese desarrollo en su pensamiento, complemento el análisis<br />
con algunos textos no recogidos (son numerosos) que sigue publicando en<br />
columnas mensuales o quincenales, en revistas como Letras Libres y otras de<br />
similar prestigio, aunque no es extraño a las académicas.<br />
Como pretendo demostrar, Serna ejemplifica una nueva actitud entre los<br />
narradores que son sus contemporáneos (no todos sus pares), los que nacieron<br />
diez años antes o después que él, noción que expando en la introducción<br />
general a una compilación que analiza la novelística de sesenta y nueve de<br />
sus coetáneos, The contemporary spanish american novel: Bolaño and after<br />
(2013). Si no es necesario proveer un panorama de todos aquellos para contextualizar<br />
al mexicano, porque significaría vincularlo a una colectividad que<br />
no reconocería (volveré, por ejemplo, a las diferencias que quiere establecer<br />
implícitamente entre su obra y la de un narrador como César Aira, diez años<br />
mayor que él), vale la pena sintetizar el ambiente general, no mexicano, en<br />
que se mueve; y ese quehacer es precisamente una plantilla de Genealogía<br />
de la soberbia, y de una polémica que ocasionó al llegar su ensayo a España,<br />
discusión que trato oportunamente. Pero también es un giro centrado en la<br />
hipocresía intelectual, la crítica de cuyas bases se encuentra en su tercera<br />
novela, El miedo a los animales (1995), todavía la diatriba en clave más aguda,<br />
y polémica, contra el establishment literario mexicano de esos tiempos,<br />
alegoría sostenida innovadoramente por su armazón de novela de suspenso.<br />
Para analizar su no ficción en términos de la de los narradores del último<br />
tercio y cambio del siglo pasado, e incluso de los llamados “milenios”<br />
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