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loques de tres líneas en dos columnas<br />
que se mueven hacia abajo alternando<br />
como en cuadrícula ajedrecística. Veo<br />
en ello un elemento visual claro, proveniente<br />
de la sombra de los bloques<br />
textuales en la página y comienzo: “Allí<br />
donde se tocan / el tiempo exterior / y el<br />
mar interior // Hay un puente de madera /<br />
a cuya sombra los amantes / se multiplican<br />
en el acto.” Creo por un momento<br />
en una narración pero me rebelo, trato<br />
de hacer una prueba por la vía de la<br />
lectura no-lineal de la poesía visual y<br />
salto: “Una algarabía de tigres / en el<br />
cielo ardiente / del último verano.” Y<br />
vuelvo a saltar: “Un deseo que se reconoce<br />
/ en las formas palpitantes / de otro<br />
espejismo humano.” Finalmente llego a la<br />
estrofa final que sirve de basamento de<br />
unión de las dos columnas: “Planetas /<br />
frutos que reposan / como los senos de<br />
una mujer dormida / en la plenitud de la<br />
belleza sin nombre / un mundo a salvo<br />
del hombre / la tierra en paz.” Todo hace<br />
sentido. No he podido escapar de cierto<br />
tipo de narración. Regreso y releo el<br />
poema completo que es una celebración<br />
de la intimidad del hombre con la naturaleza,<br />
hombre como ser individual<br />
integrado en ella y no como humanidad<br />
intrusiva que la destruye. Quizás Alberto<br />
nos quiso decir: “Un día en la tierra<br />
el hombre fue así.” Pero mi curiosidad<br />
me hace regresar a preguntarme por qué<br />
mi lectura rebelde funcionó. Lo que sucede<br />
es que cada estrofa está concebida<br />
como una oración completa, no encadenada<br />
gramaticalmente con la siguiente,<br />
que puede funcionar como un manojo<br />
de impresiones plausibles de ser yuxtapuestas,<br />
impresiones que se viven o se<br />
pueden vivir simultáneamente y cuyo<br />
cierre se encuentra en la estrofa final<br />
que es su límite. Si hago una búsqueda<br />
similar a la que hice con “Banderolas”,<br />
me encuentro con el nombre del pintor expresionista<br />
alemán August Macke como<br />
referencia difusa. Es decir, no puedo saber<br />
qué pintura específica de Macke fue<br />
considerada en el proceso creativo (en<br />
Cromos no figura ningún poema ni pintura<br />
que se relacionen), pero estoy seguro<br />
de que hay un diálogo con el temperamento<br />
artístico del pintor.<br />
Dos aspectos me han ido quedando<br />
claros en la lectura de Poesía visual.<br />
Primero, Alberto otorga un lugar fundamental<br />
a la visualidad de la imagen literaria,<br />
a la fanopea, como le decía Ezra<br />
Pound. Segundo, su dicción poética tiene<br />
algo narrativo, algo de parábola, algo<br />
de sintaxis compleja controlada por el<br />
poeta y no únicamente juegos verbales<br />
que son delegados primordialmente a<br />
la interpretación constructiva del lector.<br />
Tal vez el poema que más se acerca<br />
a la experiencia de la dispersión de<br />
la palabra en la página es “Palomas”,<br />
cuya referencia es Pablo Picasso, y que<br />
consiste en versos distribuidos sobre el<br />
papel, simulando el vuelo de las palomas,<br />
versos que raramente están compuestos<br />
por una sola palabra.<br />
Me he detenido mucho sobre estos<br />
tres poemas pero en casi todos los de<br />
la sección “El corazón del instante” se<br />
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