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wilfrido h. corral<br />
(que desarrolla o apuntala en su ficción). Pero más allá de revisar temas que<br />
preocupan a otros, el valor principal que busca en la prosa, el que puede superar<br />
a cualquier otra consideración es la legibilidad. Un matiz para ilustrar<br />
esa problemática radica en las ideas de Hans Blumenberg en La legibilidad<br />
del mundo, según las cuales “El mundo sólo es captable metafóricamente,<br />
proyectando cada uno su propio mundo sobre el mundo.”<br />
Para Blumenberg, la prueba de la omnipotencia de libros absolutos<br />
similares a los que Serna critica es la disolución del lector en ellos, y “La<br />
consumación de la legibilidad se basa en tener en consideración a los lectores,<br />
que son aquellos que la tendrían que poner en práctica. A éstos hace<br />
ya mucho que el autor les ha vuelto la espalda, exactamente igual que ha de<br />
apartarse, él mismo, de su obra, para que ésta pueda ser todo un mundo”. 8<br />
Pero desde el principio de su tratado Blumenberg advierte que “Sería un<br />
disparate hacer una utopía de la metáfora de la legibilidad del mundo.” Serna<br />
extiende esas preguntas a sí mismo y a sus lectores. Consecuentemente,<br />
no cree que sean un “deseo” de los lectores, porque sabe bien que la “legibilidad”<br />
es una categoría tautológica que se refiere a la calidad del placer que<br />
obtiene cada lector, inaplicable a otros, aun a un club de lectura. Es entonces<br />
que se carga a los críticos que hacen poco o nada por explicar las causas<br />
de su objetividad. Diferente de la actitud cultural de Serna, Blumenberg no<br />
considera, por ejemplo, que algunos lectores preferirían disfrutar a vampiros<br />
por, lo que son, en vez de disfrutarlos como metáforas de la depravación de<br />
la cultura del consumo.<br />
Aparte de que, como hizo en Las caricaturas me hacen llorar, Serna extiende<br />
el alcance de su no ficción más reciente a temas que en un momento<br />
se llamaron “universales” (sin exponerse a acusaciones de colonialismo o<br />
dependentismo, que no le importan), obligándose a historizar con una gama<br />
ecuménica de fuentes y tradiciones decididamente occidentales, en las lenguas<br />
que siguen dominando en la cultura latinoamericana (español, francés<br />
e inglés) o traducidas a éstas. Es decir, funciona sin el multiculturalismo<br />
anglófono, cuya ideología deductiva tiene como premisa los fracasos de Occidente<br />
y la presunta pureza de otras culturas, para hacer que su evidencia<br />
78<br />
8<br />
Hans Blumenberg, La legibilidad del mundo, Paidós, España, 2000, p. 327.