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el sueño de la aldea<br />
El horizonte de la palabra es siempre<br />
la imposibilidad de agotar con lo<br />
dicho la densidad, la riqueza, el misterio<br />
de lo real. Lo que lleva a escribir y,<br />
sobre todo, a seguir escribiendo. Pero<br />
también a la sabiduría de reconocer<br />
que, por más que se forje una precisión<br />
(y Manjarrez es prodigiosamente preciso),<br />
hay un momento en que hay que<br />
rendirse: y en estos versos el poeta se<br />
rinde de manera ejemplar, gozosa.<br />
La memoria está hecha de palabras<br />
sabidas y olvidadas. Repetidas, sobadas,<br />
gastadas. Nuevas. De palabras y<br />
del límite de las palabras. De silencios<br />
sabios. Elipsis elegidas.<br />
No es entonces coincidencia, abuso<br />
de confianza o de autoconfianza que<br />
haya concentrado saberes y, tongue in<br />
cheek, haya publicado también un Útil<br />
y muy ameno vocabulario para entender<br />
a los mexicanos. (La parte de entender<br />
a los mexicanos a lo mejor no he acabado<br />
de entender cómo usarla.)<br />
Hasta aquí me he limitado al espacio<br />
abarcable de ciertas páginas, sin pensar<br />
de manera cabal lo que es y hace<br />
un libro completo de Héctor Manjarrez.<br />
Primero que nada hay que decir<br />
algo que es obvio cuando uno se refiere<br />
al novelista –pero que no lo es necesariamente<br />
cuando uno piensa en el<br />
era, México, 1986.<br />
cuentista, el poeta, el ensayista–: Manjarrez<br />
planea la unidad y las unidades<br />
de sus libros cuidadosamente.<br />
Por ejemplo, su más reciente colección<br />
de cuentos, Anoche dormí en la<br />
montaña, no es solamente un volumen de<br />
textos breves y extraordinariamente bien<br />
<strong>escritos</strong>. Son textos que hablan entre<br />
sí, que se enriquecen, que quieren estar<br />
en el mismo libro. No solamente porque<br />
varios de ellos cuentan una Semana<br />
Santa huichola, y porque en ellos está<br />
Concha, la memorable protagonista de<br />
El otro amor de su vida. El resto de los<br />
cuentos no sucede en la Sierra Madre<br />
Occidental, sino en la Ciudad de México,<br />
en Managua, en Londres, en La<br />
Habana. Pero todas sus protagonistas<br />
son mujeres y en todos impera no la<br />
pregunta sobre “el eterno femenino”,<br />
sino la pregunta concreta sobre mujeres<br />
concretas, que han vivido en lugares y<br />
tiempos que las determinan en cierta<br />
medida, pero estas mujeres también,<br />
además de habitarlas, sortean esas determinaciones<br />
volviéndolas extraordinariamente<br />
singulares.<br />
Pero además de la unidad del libro<br />
mismo, encerrada entre sus pastas,<br />
Manjarrez crea unidades en sus libros<br />
de cuentos, en sus colecciones de ensayos:<br />
unidades que pueden llamarse “Infidelidad”,<br />
como la primera del libro<br />
que mencionaba; “Gracia”, como una<br />
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