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Posteriormente escritos)

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desde hace tiempo el único contenedor<br />

posible para un texto. En este aspecto,<br />

aunque Anti-Humboldt utilice una forma<br />

tradicional, García Manríquez está consciente<br />

de las implicaciones físicas de su<br />

obra: invisibiliza palabras y construye<br />

una frontera que, al ser transgredida,<br />

obliga a invertir el libro, a usar otro idioma<br />

y a situarnos en otro contexto.<br />

La apropiación es uno de los recursos<br />

aprovechados por esta otra-literatura. Al<br />

acercarnos a la idea de apropiación –o<br />

a su primo lejano, el plagio– con frecuencia<br />

se termina discutiendo sobre<br />

conceptos como autoría y originalidad.<br />

Hay que notar que el enriquecimiento<br />

de la apropiación radica en qué y cómo<br />

se use aquello de lo que se esté uno apropiando.<br />

Al recurrir a un texto de carácter<br />

legislativo, se entiende que el lenguaje<br />

contenido en él ya supone implicaciones<br />

sobre una realidad tangible. García Manríquez<br />

usa esta brecha, entre lo legislado<br />

y su objeto, para exhibir la condición<br />

negativa del lenguaje: la imposibilidad<br />

de desprenderlo completamente de su<br />

subjetividad y, por consiguiente, la imposibilidad<br />

de otorgarle un significado<br />

único, plural o común. La opacidad de<br />

las palabras no es carencia de significado<br />

sino su complemento; la estructura construida,<br />

al desvanecerlas y ponerlas en<br />

movimiento, permite que transmitan cualquier<br />

mensaje, incluso ninguno: las hace<br />

portadoras de su misma negación.<br />

Por sí solas las palabras no pueden<br />

decir nada nuevo. Su singularidad radica<br />

en la forma en que las disponemos sobre<br />

el soporte. A-H es un ingenioso artefacto<br />

que, al usar palabras previamente tratadas,<br />

revierte la máquina de guerra contra<br />

sí misma obteniendo una resignificación<br />

del lenguaje: G. M. lo usa como materia<br />

prima, lo procesa y, lo que nos entrega,<br />

estrictamente, es un cuerpo textual inédito<br />

donde la figura del autor no deja<br />

de desaparecer. En este ejercicio, no<br />

creo que tenga mucho sentido polemizar<br />

en torno a la autoría. Lo que se utiliza del<br />

tlc es sólo una selección y, dentro de esta<br />

selección, el autor manipula deliberadamente<br />

las palabras. Sería más problemático<br />

usar el documento completo, ya<br />

que está escrito por miles de manos y<br />

todo se reduce a que el Estado sustenta<br />

sus derechos. También es interesante en<br />

caso de que pretenda tener la misma validez<br />

para tres países y en tres idiomas<br />

distintos, cosa que genera un foramen<br />

profundo: ¿qué se gana y qué se pierde<br />

en cada desplazamiento?, ¿qué efectos<br />

produce la migración del lenguaje?<br />

G. M. entrega una estructura que nos<br />

fuerza a colaborar, a tomar decisiones: a<br />

decir o no, a leer o no. Propone realizar<br />

un ejercicio sencillo: jugar a la migra.<br />

Nos da un mapa que debe ser recorrido<br />

mientras la maquinaria pesada interfiere<br />

y obstruye su circulación. Al incitar<br />

consigue la reacción: quizá reconozcamos<br />

que todo enunciado es político. O<br />

quizá no, y es siempre una buena alternativa.<br />

Igual que siempre, habrá gente a<br />

la que le guste transitar en un texto de<br />

manera ortodoxa, que prefiera escribir<br />

a mano o que opte por seguir leyendo so­<br />

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