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Posteriormente escritos)

1SChgru

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Tal vez, como un papel arrugado<br />

o como una flor muerta que apretamos<br />

descontroladamente con el puño,<br />

sus labios descreían de la sonrisa<br />

De suyo, el solapista lo señala con un<br />

complaciente: “Rendido ante la infinitud<br />

del tal vez”… Estos debilitamientos de la<br />

visión del poeta son resarcidos, no obstante,<br />

por metáforas o imágenes que indican<br />

y validan su propia incertidumbre. De<br />

hecho, ya la foto ha dejado de importarle<br />

y mucho menos piensa ya en esa<br />

mujer: son sus obsesiones previas, involuntarias,<br />

activas, las que lo hacen<br />

dirimir su escritura hacia otros derroteros,<br />

otros abordajes.<br />

A través de sus asuntos personales,<br />

usando la enigmática fotografía de pretexto,<br />

Amara nos lleva por los vericuetos<br />

de sus propias preguntas acerca de<br />

las pulsiones, de la razón de la existencia,<br />

el sentido de la muerte. Entonces,<br />

pasando ya la mitad del libro, comienza<br />

ahora sí a escucharse la voz con aserciones<br />

o todavía con cuestionamientos<br />

de otra especie –sin dejar las repeticiones<br />

de ese tal vez, si bien menos frecuentes–:<br />

la “misteriosa”, la deseable,<br />

la controvertible, se ha transformado<br />

en un símbolo de lo horrible, del miedo<br />

y del acabamiento de lo vivo –lo había<br />

anunciado en las páginas iniciales: “esta<br />

mujer no puede ser / un monstruo”.<br />

Es como esos relatos que empiezan<br />

por en medio.<br />

Así, puede leerse: “un sí formándose<br />

en el humus / hirviente del rechazo”.<br />

O:<br />

la que después de revolcarse<br />

en la amargura,<br />

mira con ojos de crimen,<br />

con la sonrisa insoportable<br />

de una idiota.<br />

Tal asertividad rescata el valor de la<br />

serie. Sus cuestionamientos parecen inanes<br />

ante sus afirmaciones, así sea que<br />

destruya la verdad de aquella mujer y<br />

sobre todo de esa foto: vale esto que el<br />

veedor percibe en cuanto real para sí<br />

mismo después de tantas confusiones,<br />

dudas metafísicas, fantasmagorías de<br />

lo incierto, regodeos en el temor de no<br />

saber a ciencia cierta, especulaciones:<br />

pues el poema debería ser, más allá de<br />

sus contingentes circunloquios, un objeto<br />

redondo, una epifanía de aquello que<br />

nos falta: lo necesario –lo inevitable y<br />

fatal.<br />

Volvamos sobre ciertos defectos. Hay<br />

enunciados que por ser reflexivos, entendiendo<br />

que a la voz le hace falta discernir<br />

sus inquietudes, a veces se pasan<br />

al lado de lo ensayístico, sin que esto<br />

ahora sea un error –ya sabemos que los<br />

géneros se licuaron hace décadas–. Lo<br />

malo es que de pronto parecen dejar<br />

de cantar –así haya sido lento y en voz<br />

baja, casi murmurante su emisión– y se<br />

quedan del lado de lo meramente discursivo.<br />

Tal es la cualidad del enigma:<br />

no la belleza de lo dado,<br />

sino la que ha de inferirse;<br />

¿Se confundió Luigi Amara al poner<br />

estos renglones con un tratado? ¿Creyó<br />

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