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desmadres y tareas críticas según enrique serna<br />
otros países.” Tener esa conciencia también significa para él entender que<br />
una élite cultural no hace la menor concesión al gusto popular, porque esas<br />
predilecciones aparentemente innatas “frustran de entrada cualquier tentativa<br />
de reeducarlo”. Su democratización no especifica esa realidad paralela<br />
a los gustos intelectuales porque, como otros análisis, forzosamente la tiene<br />
que ver desde afuera. Pero tiene razón, especialmente porque ese tipo de<br />
nacionalismo se da entre la crítica. Por ejemplo, el dossier dedicado a “Políticas<br />
de la crítica” (pp. 9-101) de Pensamiento de los confines, núms. 28/29<br />
(primavera 2011-invierno 2012), describe la situación como si fuera exclusivamente<br />
argentina y girara en torno al compromiso político, que muy bien<br />
podría ser el caso. Con la excepción de las divagaciones políticas, tal vez, el<br />
problema es que no costará mucho encontrar similares limitaciones en los<br />
dictámenes y discusiones sobre la crítica en otros países latinoamericanos.<br />
Para llegar a esa antesala de sus conclusiones, Serna equipara la historia<br />
intelectual a la historia de las modas (no el sistema, como Barthes), concentrándose<br />
en las secciones anteriores en cómo los emperadores se ponen<br />
nuevos vestidos que los súbditos compran y se ponen ciegamente, especialmente<br />
en años recientes. En todo su recorrido hay que recordar las diferencias<br />
entre lo popular (por lo cual aboga) y lo populista, que pone en jaque<br />
mate e hila fino, con algunas posturas categóricas que impulsan su argumento<br />
contra la soberbia de sabihondos autoungidos. Aun teniendo en cuenta<br />
esos momentos contraproducentes y varias ironías (siempre respaldadas por<br />
su conocimiento histórico), el resultado definitivo es un argumento razonado,<br />
ciertamente novedoso y necesario, excelentemente investigado, escrito con<br />
enorme claridad, lógica y conocimiento de causa, y coadyuvado por citas<br />
convincentes sobre el desdén públicamente comprobable de varias sectas<br />
intelectuales o semi-intelectuales y la historia de sus engendros contemporáneos.<br />
De las diez secciones, la cuarta, “Privilegios de casta”, historiza la (in)<br />
dependencia intelectual, detallando los monopolios y pompa académicos, y<br />
en particular el desafío de la opinión pública con una noción indeterminada<br />
y problemática: “La novela pierde mucho cuando da la espalda a la opinión pública.”<br />
Por otro lado, mexicaniza el mecenazgo despótico, todo consecuente<br />
con su principio que “Los modernos gurús se comportan todavía como semi<br />
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