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wilfrido h. corral<br />
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personal y la de su actividad profesional, aunque no le guste a sus detractores.<br />
Vale, por lo mismo, una parada intermedia en la historia de su colección, que<br />
obliga a un ajuste en la recepción e incluso autoconcepto del autor. Cuando<br />
en 2012 se publica una segunda edición no aumentada de Las caricaturas…,<br />
cuya única revisión se encuentra en el prólogo, concluye, afinando poco el<br />
tono de la primera versión: “Sin asomo de arrepentimiento, ahora expongo mis<br />
pecados de juventud a una nueva generación de lectores, esperando encontrar<br />
de nuevo esa complicidad sin la cual no podría existir la literatura” (énfasis<br />
mío). Con ánimo crítico, me parece la mejor manera de corromper a los menores,<br />
término por el cual entiendo a los no iniciados, no importa su edad.<br />
Similarmente, Serna no pierde la oportunidad de poner los puntos sobre<br />
la íes, con su acostumbrada higiene mental. Así, en el prólogo de la<br />
segunda edición, que historiza con tonos muy personales el breve trasfondo<br />
que provee la primera, también resume la razón de ser y la acogida de su<br />
compilación, no sin antes expresar abiertamente un temor que resultó en su<br />
visión actual: “La experiencia de someter mi trabajo a la opinión pública me<br />
produjo, al mismo tiempo, una intensa emoción y crisis vocacional. Temí que<br />
si continuaba estudiando teoría literaria en vez de leer los libros que de verdad<br />
me importaban, acabaría pergeñando exégesis eruditas con impecable rigor<br />
metodológico, pero sin el menor vuelo imaginativo. No quería escribir para<br />
otros especialistas, sino ganarme la confianza y el respeto del lector común,<br />
para satisfacer una necesidad expresiva.” (Énfasis mío.) Como resultado, si<br />
sus novelas convirtieron a su persona en una estética, su no ficción trata de<br />
convertir sus ansiedades privadas en objetivos de integridad intelectual.<br />
Recuérdese también que los de Las caricaturas me hacen llorar son<br />
textos de una época más nacional, publicados en periódicos y revistas como<br />
La Jornada Semanal, Milenio y La Cultura en México, entre otros, justo antes<br />
de que la red mundial permitiera mayor acceso a ellos, como es el caso<br />
con los que publica en Letras Libres o Nexos, referentes culturales mexicanos<br />
encontrados, para los nacionales. A la vez, con la mención de Piñera, Puig y<br />
Agustín en ese primer prólogo, Serna da indicios de una estética originaria,<br />
no necesariamente fundacional, que permite confirmar que ha sido coherente<br />
con sus preferencias, no importa qué rebusquen sus críticos. El hecho es<br />
que desde Las criaturas… y sus palimpsestos Serna no ha tenido pelos en la