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desmadres y tareas críticas según enrique serna<br />
nes se las enseña sino en el resultado de<br />
esa instrucción en la exegética general.<br />
Si su enfoque lo distancia de otros valedores<br />
de las humanidades, sabe que la crítica<br />
tiene que ser parte de esa defensa, sin<br />
convertirse en apologista intransigente.<br />
Peter Brooks considera que la contrariedad<br />
de las discusiones anglófonas actuales<br />
sobre las humanidades tiene que ver<br />
con cómo un público general las percibe<br />
y con cómo las presentan los críticos. Los<br />
defensores de ellas, insiste Brooks, tienen<br />
que advertir que enseñarlas no es proporcionar una formación íntegra.<br />
Leer un gran libro no es transformar éticamente a los lectores, porque se<br />
puede leer libros “ejemplares” y salir a cometer un crimen.<br />
Serna no brega con la fragmentación e hiperespecialización que privilegian<br />
los programas universitarios anglófonos, de los cuales todavía surgen<br />
las ideas hegemónicas para nuestro Occidente, incluso las promulgadas por<br />
precipitaciones eruditas “poscoloniales”. Genealogía de la soberbia intelectual<br />
comienza aseverando que “la idea de que la gran literatura sólo puede<br />
cautivar a una élite refinada quedó desmentida desde los tiempos de la tragedia<br />
griega”, cuyos corolarios de esa afirmación son el emblema de las tres<br />
primeras secciones. Serna reconoce que, al ser parte del mundo intelectual,<br />
no puede negar las relaciones de poder implícitas en su propósito, así que no<br />
acude al virtuosismo de pontificar sobre el arribismo universitario que es<br />
frívolo y codicioso, y extremadamente definido por el egoísmo y el elitismo.<br />
Pero las rencillas personales de esos concursos no son el centro de su atención.<br />
Para su empresa Serna depende o, mejor dicho, confía en el tropo de<br />
Crítica sin Fronteras. No se crea que sólo con el auxilio de Foucault (para<br />
quien la crítica era el arte de no ser gobernado, revelar lo ilegítimo) podría<br />
determinar las relaciones entre literatura y poder, y sus ensayos anteriores<br />
dejan constancia de que no ha necesitado ese socorro. Para el autor de El<br />
seductor de la patria no es difícil notar en aquella tropología que los pobres<br />
son utilería en un drama crítico personal que pretende probar que la empa<br />
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