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provenir de las luces de la razón– que<br />
Alberto sitúa su fantasía poética en el<br />
“Mar Adriático de la mente”. Es decir,<br />
el panorama desde el “balcón soñado”<br />
está contenido en el “Mar Adriático de<br />
la mente” y esto confirma que la calidad<br />
visual del poema está justo ahí, en<br />
la retina de la imaginación.<br />
Sin embargo, parece haber un detalle<br />
más tras este poema, pues en El corazón<br />
del instante –reunión de doce libros de<br />
Alberto, publicada por el fce en 1998–<br />
hay una referencia escrita al margen que<br />
ahora ha sido omitida: “Antonio Canal,<br />
Canaletto.” Si leemos el poema en Poesía<br />
visual, el paisaje surge totalmente de<br />
la imaginación; pero si nos remitimos<br />
a El corazón del instante, vinculamos<br />
nuestra imaginación con las pinturas de<br />
este famoso artista del siglo xviii, que<br />
dedicó varios de sus lienzos a la ciudad<br />
de Venecia. Un paso más en la persecución<br />
de este diálogo entre el universo<br />
verbal y el pictórico se encuentra en el<br />
detalle de que “Banderolas” está incluido<br />
en la sección titulada “La parábola<br />
de Cromos” de El corazón del instante.<br />
Esta sección pareciera corresponder a<br />
una reproducción parcial de Cromos (1987),<br />
pues este libro tiene la peculiaridad de<br />
confrontar poemas con reproducciones<br />
de cuadros de diferentes pintores. Sin<br />
embargo, al revisarlo veo que no incluye<br />
el poema “Banderolas” ni, en su índice<br />
de pintores, el nombre de Canaletto. Entonces,<br />
la conexión entre el título de<br />
la sección y el del libro se limita a la<br />
alusión. Quizás ése sea el motivo para<br />
que el primero sea una parábola del<br />
segundo.<br />
No sé qué cuadro específico de Canaletto<br />
habrá elegido Alberto para escribir<br />
el poema. ¿Habrá en él banderolas<br />
que se agiten con el viento? No lo sé y<br />
quizás la referencia a la obra del pintor<br />
sólo se dé a nivel general. De cualquier<br />
manera, este detalle no parece ser tan<br />
importante pues, como el mismo autor<br />
explica en la “Nota preliminar” a El<br />
corazón del instante, los poemas no son<br />
recreaciones de las obras sino “creaciones<br />
paralelas”. Intento entonces buscar<br />
las banderolas en otro lugar y creo poder<br />
verlas en las sombras de los bloques<br />
textuales en la página. Las ocho estrofas<br />
que componen el poema son cuartetos<br />
que, si se agrupan en parejas, cada<br />
pareja representa una banderola compuesta<br />
por dos trapecios unidos por sus<br />
bases menores, como si el trapecio de<br />
arriba encontrara su imagen especular<br />
en el de abajo. Este reflejarse también<br />
aparece en un verso del poema como<br />
un fenómeno propiciado por las aguas en<br />
los canales venecianos: “Inversas cúpulas<br />
de otras edades / temblando de frío<br />
en esa hora / de ardientes oscuridades /<br />
que el cielo añora.”<br />
Con “Un día en la tierra” –que pertenece<br />
a la misma sección “El corazón del<br />
instante” de Poesía visual, la primera<br />
del libro– me sucede algo peculiar. Comienzo<br />
al revés, no fijando mi atención<br />
en las imágenes mentales sino en la<br />
materialidad visual del impreso, y leo<br />
el poema linealmente, en cascada. Veo<br />
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