11.03.2016 Views

Posteriormente escritos)

1SChgru

1SChgru

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ía amanecido cuando salió. Antes del<br />

mediodía las llantas rozaban contra el<br />

metal. Había pasado ya por los últimos<br />

pueblos, Huatambo, Culebrilla, San<br />

Carmel. En lo alto, los gavilanes daban<br />

vueltas como sombras densas. Pasaba<br />

los puestos de comida. No habría más<br />

hasta llegar. Miró al cielo entrecerrando<br />

los ojos. Soltó el acelerador. En el<br />

puesto pidió carne y frijoles, refugiado<br />

del sol bajo una sombra plástica.<br />

Dio el último trago a la botella y metió<br />

los dedos a la bolsa de la camisa. Puso<br />

la fotografía sobre la mesa. Pidió otra cerveza sin apartar los ojos: detrás de<br />

ella el polvo, un cielo limpio, el color sucio de los cerros, la franja horizontal<br />

de alguna carretera. Algún viaje. Dio vuelta a la foto, leyó en voz baja. Dibujó<br />

con los labios el nombre escrito en el reverso con caligrafía delicada, la fecha<br />

con números redondos inclinados a la derecha. Miró al horizonte y dio<br />

otro trago. La cerveza bajaba helada por la garganta. De golpe sintió el aire<br />

seco como un incendio. Respiró profundo, apuró la cerveza y pagó. Volvió a<br />

la carretera, al ruido del motor. Unos pocos kilómetros intentó de nuevo con la<br />

radio. Se conformó con pedazos de la transmisión. Bajaba el sol cuando se<br />

levantó el polvo. Las ventoleras se soltaban sin aviso. Terminó de subir el<br />

vidrio justo cuando la arena golpeó la carrocería con un siseo desigual. En la<br />

radio crujió otra vez la estática. El olor a sal le dolió entre los ojos, el calor<br />

se hizo denso como si viniera del asiento trasero. Por algún lugar se colaba<br />

el polvo. El interior se llenó de brillos diminutos, momentáneos. Sintió la<br />

tierra pegándose a las sienes, debajo de la nariz y en los brazos. Apretó con<br />

más fuerza el volante y se resignó al tufo hirviente. El ardor no comenzaba<br />

en la piel. Venía de lo profundo, lo cocinaba a fuego lento. Salió del remolino<br />

resoplando. Dejó pasar unos segundos y bajó el vidrio despacio, sintiendo en<br />

el aire renovado el primer aviso de la noche, el salitre como queriendo quedarse<br />

allá atrás, presente siempre.<br />

Háblale a Salo, le dijo al niño, que entró a la casa corriendo. Sintió el<br />

tres prosas<br />

65

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!