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Posteriormente escritos)

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el sueño de la aldea<br />

uno, porque el deseo de los niños es<br />

siempre ser mayor, siempre quieres tener<br />

un año más, ser como tu hermano mayor,<br />

complacer a tus padres: el Deseode-no-ser-quien-estás-siendo.<br />

Por eso<br />

Peter Pan es a la vez pueril e inmortal.<br />

Los niños y los viejos son los que me<br />

interesan ahorita como material del<br />

recuerdo y de la observación.<br />

–¿Qué es lo que más ha disfrutado en<br />

estos cincuenta años de escritura y lectura?<br />

–Cada libro que logro acabar de escribir<br />

es un entusiasmo, cada libro es una<br />

forma de padecimiento. Quizá lo más padre<br />

–lo mejor– es que ya casi no sufro. Si<br />

no puedo escribir, no puedo escribir. Si se<br />

prolonga eso de que no puedo escribir,<br />

ni siquiera un poco, o nada, entonces<br />

sí me empiezo a poner muy neurótico.<br />

Antes sí me angustiaba, sentía que mi<br />

vida tal vez no tenía ningún sentido. A<br />

estas alturas lo que me interesa es ver<br />

si mañana me sale o si no, pasado mañana,<br />

no hay prisa. No hay tanta prisa.<br />

¡Que 70 años no es nada!<br />

José Ramón Ruisánchez Serra<br />

Dijo Héctor Manjarrez, en 1989, pero lo<br />

sigo oyendo con nitidez, lo vuelve a decir<br />

cada vez que abro esta página: “yo<br />

empecé a escribir como escritor –como<br />

persona que se concibe a sí misma ante<br />

todo como escritor, antes que cualquier<br />

otra cosa– (...) en el año de 1963”. En<br />

esa etapa inicial de su carrera, agrega:<br />

“nunca escribí un cuento sin pensar<br />

antes cuán extraño debía de ser en la<br />

forma (...) Lo que me interesaba (y a los<br />

escritores, pintores, cineastas y músicos<br />

que eran mis amigos era crear formas<br />

raras en las cuales vaciaría posteriormente<br />

el contenido”. 1 Y un poco más<br />

adelante: “Entonces, como ahora, aquello<br />

que me parecía más extraordinario<br />

y disfrutable de James Joyce era ese<br />

maravilloso ojo suyo sobre los seres<br />

humanos, sus formas de hablar, de moverse,<br />

de pensar. Tal vez yo pensaba que<br />

este tipo de ojo sólo podía obtenerse, o recuperarse<br />

a través de técnicas insólitas.”<br />

Empiezo por este ensayo, el que cierra<br />

El camino de los sentimientos –como<br />

podría empezar por otros muchos textos,<br />

que son otros cabos para jalar la<br />

madeja de la obra de Manjarrez–, porque<br />

encuentro aquí una serie de rasgos<br />

importantes. El primero de todos<br />

es algo casi invisible, pero importante:<br />

más que afirmar, el yo de su ensayo<br />

cuenta. O mejor: su manera de afirmar<br />

es contando. Usa la narrativa para en­<br />

1<br />

Héctor Manjarrez, El camino de los sentimientos,<br />

era, México, 1990.<br />

13

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