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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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“Aunque felizmente Jacinta no es timorata, se alarmó tantoque no tuvo ánimo para pedir socorro, bien que ello hubiera sido<strong>de</strong> poca eficacia, porque Caicara es una al<strong>de</strong>a <strong>de</strong>sparramada ynuestro rancho se halla en el centro <strong>de</strong> un conuco que yo labrocon mis propias manos, como a una milla <strong>de</strong>l río, y siembro condiversos frutos y hortalizas. Díjome que el extranjero parecíamucho más pálido que cuando estuvo allí la última vez, antes <strong>de</strong>huir, y que aún llevaba bigotes negros, con el aditamento <strong>de</strong> unaespesa barba que contribuyó a aumentar sus temores. Preguntócon voz áspera por Luisito, y ella tuvo presencia <strong>de</strong> ánimo paranegarle que estuviese en el rancho, sino que le mostró el lugardon<strong>de</strong> dormía en un chinchorro; don Luis lo cogió en brazos,arropado como estaba en una manta, para preservarlo <strong>de</strong> losmosquitos y se lanzó a la puerta, cuando Jacinta había recobradoya suficiente valor para tratar <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerlo, rogándole porMaría Santísima que no le quitara el niño. El extranjero se <strong>de</strong>sprendió<strong>de</strong> ella con violencia y <strong>de</strong>sapareció al instante en el bosqueque mediaba entre el conuco y un caño <strong>de</strong>l Orinoco.“Mi pobre mujer fue presa <strong>de</strong>l pánico por un momento, viendohuir a don Luis y creyéndose victima <strong>de</strong> una pesadilla, peroya recobrados los sentidos, corrió hacia la al<strong>de</strong>a, medio vestida,como estaba, para darles la voz <strong>de</strong> alarma a los vecinos. Casitodos dormían tan profundamente que no era fácil <strong>de</strong>spertarlosy cuando logró conseguirlo y explicarles la ocurrencia no pudohallar quien le ayudase a recorrer las orillas <strong>de</strong> la ensenada. Lamayor parte <strong>de</strong> los hombres andaban <strong>de</strong> pesca y los que permanecíanen casa, creyeron muy por lo serio que ella había visto elalma <strong>de</strong> don Luis Philibert, por lo cual, así como hubieran temidoencontrarse con el extraño francés en persona, menos sehubieran <strong>de</strong>terminado a correr el riesgo <strong>de</strong> enfrentársele cuandoya era un espectro errabundo. Con todo, Jacinta que posee uncorazón atrevido, como ya lo he dicho, no temía ni ánimas niduen<strong>de</strong>s en aquel momento, <strong>de</strong> modo que corrió hacia las peñascon la esperanza <strong>de</strong> alcanzar a ver mi piragua y conseguirmedios <strong>de</strong> explorar la ensenada. Apenas había llegado al <strong>de</strong>sem-141

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