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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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los espectadores, quienes creyeron oportuno aplaudir mi <strong>de</strong>strezacon gritos <strong>de</strong> “¡Viva la casa <strong>de</strong> Castro!”“Sería difícil darte una i<strong>de</strong>a a<strong>de</strong>cuada <strong>de</strong> la sorpresa y entusiasmo<strong>de</strong> don Sebastián por mi insólita quijotería. A semejanza<strong>de</strong> la mayor parte <strong>de</strong> los hombres orgullosos, mi tío afectaba<strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar las aclamaciones <strong>de</strong> la multitud, mientras en el fondo<strong>de</strong> su corazón sentíase en extremo lisonjeado por este tributo(como <strong>de</strong>cía él) rendido a la popularidad <strong>de</strong> su familia, <strong>de</strong> la cualera puntillosamente celoso. Cuando abandoné la arena y mereuní <strong>de</strong> nuevo a los <strong>de</strong>l palco, don Sebastián me recibió con lamayor cordialidad, levantándose <strong>de</strong> su asiento, tanto como se lopermitía su invali<strong>de</strong>z, y tendiéndome la mano por sobre dos otres filas <strong>de</strong> sillas. Des<strong>de</strong> aquel mismo instante cambió <strong>de</strong>l todosu conducta respecto a mi, <strong>de</strong> tal manera que en vez <strong>de</strong> sentirme<strong>de</strong>sconcertado por la frialdad <strong>de</strong> las formalida<strong>de</strong>s que habíanhecho tan fastidiosa mi resi<strong>de</strong>ncia en Bellavista, me convertí <strong>de</strong>pronto en el más distinguido favorito. Mi tío no parecía nuncatan contento como cuando estaba yo cerca <strong>de</strong> él y pocos halagospudieran serle más gratos que los lisonjeros parabienes que solíandirigirme aquellos <strong>de</strong> sus numerosos visitantes que presenciaronla corrida.Doña Isidora y mi amigo el capellán observaban con placereste afecto creciente, que ellos trataban <strong>de</strong> fortalecer por todoslos medios a su alcance. También es cierto que si por una parteme sentía orgulloso <strong>de</strong> su buen concepto, por la otra veíameobligado a pasar con él muchas horas <strong>de</strong> tedio en su <strong>de</strong>partamento,oyéndole, o al menos aparentando hacerlo, las inacabableshistorias <strong>de</strong> su regimiento y las para mi menos interesantesanécdotas <strong>de</strong> la corte <strong>de</strong> Carlos IV. Llegó hasta darse la molestia<strong>de</strong> enseñarme el juego <strong>de</strong> cháquete, en el cual me convertí ensu constante adversario nocturno, tanto para satisfacción <strong>de</strong>Fray Ignacio como para mi secreto martirio.“Ocurrió otra circunstancia que me granjeó <strong>de</strong>l todo la buenavoluntad <strong>de</strong> mi tío y que <strong>de</strong> modo evi<strong>de</strong>nte sirvió para contrarrestartodas las malas impresiones que tenía <strong>de</strong> mis compatrio-62

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