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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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tirería y los gritos entusiastas <strong>de</strong> la emboscada. Los carabineroscargaron <strong>de</strong> nuevo sus armas con la rapi<strong>de</strong>z y facilidad que lespermitían las cortas dimensiones <strong>de</strong> ellas, y antes que los españoleshubiesen tenido tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sabrochar los cubre-llavesles dispararon otra <strong>de</strong>scarga.Los sargentos, que habían asumido el mando por muerte <strong>de</strong>todos los oficiales, reorganizaron ambos pelotones, y éstoscomenzaron a hacer fuego con la seguridad y rapi<strong>de</strong>z que distinguea las tropas disciplinadas, aunque lo <strong>de</strong>nso <strong>de</strong>l humo quediscurría en blancas nubes por entre los árboles, impedíalestomar una puntería fija. En tanto los carabineros, cada uno<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un tronco, continuaban su fuego terrible, siempre quela brisa, arrastrando la humareda, les permitía distinguir al enemigohasta que los pocos individuos <strong>de</strong> la escolta que aun quedabanen pié, o heridos levemente, emprendieran <strong>de</strong> nuevo lamarcha, tratando <strong>de</strong> abrirse paso en dirección <strong>de</strong> San Fernando.Habían oído los gritos <strong>de</strong> “¡Viva Rangel!” lanzados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> laemboscada al comienzo <strong>de</strong>l ataque y comprendieron que eravana la esperanza <strong>de</strong> recibir cuartel; por lo cual no intentaronentrar en tratos sino que iniciaron la retirada con entera resolucióny cruzándose disparos ocasionales en la selva, aunque enposición muy <strong>de</strong>sventajosa, con sus casi invisibles enemigos,que los persiguieron mortal e implacablemente hasta que cayóel último <strong>de</strong> los fugitivos.Mientras se cumplía aquella obra <strong>de</strong> muerte el nombre <strong>de</strong>don Cipriano Rangel, padre <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong> la tropa, oíase repetidasveces, mezclado a los gritos <strong>de</strong>: “¡Mueran los godos!” y no sedisparó el últi1mo tiro mientras continuó respirando uno solo <strong>de</strong>los <strong>de</strong>rrotados, aunque fuese un herido. Por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Rangelrecogieron luego las armas, y equipos <strong>de</strong> los muertos, cargándolosen las mulas que no estaban heridas, y en las cuales distribuyerontambién el cargamento <strong>de</strong> las acémilas muertas o moribundas.Y regresaron a San Juan <strong>de</strong> Payara con el capturadoconvoy.179

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