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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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<strong>de</strong>scubiertos antes <strong>de</strong> tiempo. Pronto vióse obligada a disputarel terreno que se había aventurado a ocupar, pues Santan<strong>de</strong>r, yainstruido por el chinganero <strong>de</strong>l punto por don<strong>de</strong> probablementeamenazarían su posición, <strong>de</strong>stacó dos compañías <strong>de</strong> Pardos <strong>de</strong>Barlovento para interceptarla y <strong>de</strong>salojarla. Y aunque estos soldadosmulatos avanzaban con el cauteloso andar <strong>de</strong> los indioscazadores y no se veían entorpecidos por zapatos ni cotizas, suproximidad fue revelada a los Cazadores por el crujir <strong>de</strong> lashojas secas y el roce <strong>de</strong> las ramas, mientras ellos avanzaban conrapi<strong>de</strong>z en dos columnas cerradas. Ya a veinte pasos <strong>de</strong> losmatorrales, don<strong>de</strong> los realistas se mantenían silentes e inmóvilescomo estatuas, los Pardos se <strong>de</strong>tuvieron a escuchar por uninstante, y el oficial español aprovechó la coyuntura para gritar:“¡Apunten! ¡Fuego!”.La or<strong>de</strong>n fue seguida <strong>de</strong> un vívido relámpago que surgió <strong>de</strong>la boca <strong>de</strong> los fusiles y <strong>de</strong> una estrepitosa <strong>de</strong>scarga que resonócomo un trueno a través <strong>de</strong> la selva, produciendo no pocos estragosentre las cerradas columnas, a las cuales se la dirigió contoda la serenidad y cálculo <strong>de</strong> la disciplina. Los patriotas se confundieronpor un momento ante la sorpresa <strong>de</strong> encuentro tanimprevisto, pero concentrados en breve por sus oficiales <strong>de</strong>splegáronseen líneas y abrieron un nutrido aunque irregular fuegocontra sus contendores.Calzada había tomado asiento en el tronco <strong>de</strong> un árbol caídocerca <strong>de</strong> la hoguera <strong>de</strong> la vanguardia, escuchado con ansiedadintensa todo ruido distante y mirando con no disimulada impacienciaora su reloj, ora las estrellas que brillaban con su habitualresplandor en el girón <strong>de</strong> cielo azul profundo visible sobrela hondonada. Sus ojos avizores percibieron el fogonazo .<strong>de</strong> lasarmas disparadas acci<strong>de</strong>ntalmente por la caída <strong>de</strong> los soldados ylas explosiones que se siguieron, arrancáronle la impacienteexclamación <strong>de</strong> “¡Malaya la suerte!” Sin embargo tomó unapronta resolución al oír los fuegos <strong>de</strong> la patrulla y el rápidoredoble <strong>de</strong> los tambores mezclado con las penetrantes notas <strong>de</strong>los clarines que resonaban por todo el campamento patriota.285

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