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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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albardas, <strong>de</strong>stinaron al acarreo <strong>de</strong> aquellos pocos efectos quepodían llevarse convenientemente.Luégo juntáronse todos para tomar la última y melancólicacena en el amplio salón que tan a menudo había presenciado susregocijos en alegres reuniones celebradas allí. Después <strong>de</strong>acompañar al cura en la acostumbrada y vespertina Oración a laVirgen, la comitiva se puso en marcha, seguida <strong>de</strong> los perros <strong>de</strong>ambos hatos, que parecían conscientes <strong>de</strong> que estaba ocurriendoalgo extraordinario, pues aunque eran <strong>de</strong> la feroz cría <strong>de</strong>Cumaná, mezclábanse todos en tregua forzosa, ocasionalmenteinterrumpida por algunos gruñidos hostiles. <strong>Las</strong> únicas vías quea través <strong>de</strong> estas extensas sabanas conducen a la laguna <strong>de</strong>Cunaviche, o realmente por cualquier rumbo hacia el interior,consisten en simples caminos <strong>de</strong> ganado, abiertas por los rebañossalvajes en su tránsito <strong>de</strong> una parte a otra <strong>de</strong> las llanuras. Ycomo estas veredas sólo permiten el paso <strong>de</strong> los caballos unotras otro, los fugitivos tenían poca o ninguna oportunidad <strong>de</strong>reunirse para conversar. Gamarra dirigía la marcha, con la carabinalista para el caso <strong>de</strong> que se presentara <strong>de</strong> pronto un tigre, yorientando su rumbo a través <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto por la luna y las estrellas;mientras Gómez, a retaguardia, arreaba las mulas <strong>de</strong> carga,silbando el aire llanero: “¿De los generales cuál es el valiente?”(1).Hacia media noche llegaron a un palmar no distante <strong>de</strong> unjagüey, y como las mujeres se quejaban <strong>de</strong>l cansancio, resolvieronquedarse allí y <strong>de</strong>jar que caballos y mulas pastasen hasta lamañana. Hombres y muchachos convinieron en hacer la centinelarelevándose unos a otros, por supuesto con excepción <strong>de</strong>lcura; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> encen<strong>de</strong>r una fogata, para protegerse contratigres y panteras, todos, excepto el chico más joven, a quientocó en turno vigilar primero, sumiéronse pronto en un sueñoprofundo.Al amanecer continuaron la fuga y no fue sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>ocultarse el sol, a las tres noches <strong>de</strong> haber abandonado el hato,cuando llegaron al sitio escogido por Páez para resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los68

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