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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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on así a las barbas, sin que se nos permitiese cruzar lanzas conellos; pero sigue y oigamos el resto <strong>de</strong> la narración.”“Poco me queda por <strong>de</strong>cir, fuera <strong>de</strong> que la corrida <strong>de</strong>cidiómi futuro <strong>de</strong>stino; varios toros habían sido muertos ya, sinembargo, no sin que antes hubieran inutilizado la habitual proporción<strong>de</strong> caballos y hombres; los toreadores <strong>de</strong> profesión ycierto número <strong>de</strong> aficionados habían ejecutado su faena, como<strong>de</strong> costumbre, en nombre <strong>de</strong> alguna dama o <strong>de</strong> cualquiera otrapersona <strong>de</strong> la concurrencia; pero doña Isidora había sido olvidada,aunque en realidad su posición social le granjeaba títulosa esta prueba <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>ración. Don Sebastián era <strong>de</strong>masiadoorgulloso para darse por entendido <strong>de</strong> este <strong>de</strong>saire, peropu<strong>de</strong> advertir que no era poco mortificante para su afectopaternal y para su amor propio oír proclamar sucesivamente enla arena los nombres <strong>de</strong> las hijas <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> y <strong>de</strong>l corregidor ylos <strong>de</strong> otras familias distinguidas, mientras el suyo no lo mencionabani un toreador <strong>de</strong> alquiler.“Ocurrió que yo tenía en las manos la mantilla <strong>de</strong> doñaIsidora, que ella se había quitado a causa <strong>de</strong>l calor, cuando resolví<strong>de</strong> pronto hacer una o dos suertes en nombre <strong>de</strong> mi parienta;por consiguiente abandoné el palco a escondidas, sin <strong>de</strong>scubrira nadie mi propósito y consiguiendo una corta espada con elmatador, pisé la arena en el instante preciso en que un nuevo ypo<strong>de</strong>roso animal entraba en ella. Después <strong>de</strong> saludar alGobernador, como observé que lo habían hecho los <strong>de</strong>más aficionados,hice la <strong>de</strong>dicatoria en la forma corriente: “¡Vaya a lasalud <strong>de</strong> doña Isidora Castro <strong>de</strong> Baeza!” anuncio que atrajosobre mi la atención no sólo <strong>de</strong> don Sebastián, sino <strong>de</strong> todos losque sabían nuestras relaciones <strong>de</strong> familia y que yo era un criollo<strong>de</strong> Suramérica; luego traté <strong>de</strong> provocar el toro con la mantilla<strong>de</strong> doña Isidora, todavía en mis manos, y el bicho me atacóvigorosamente al instante; como el toreo había sido una <strong>de</strong> misdiversiones favoritas cuando residía con mis primos enMerecure, no me costó mucho <strong>de</strong>sempeñarme a satisfacción <strong>de</strong>61

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