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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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“Neculpichuy, que iba gobernando a popa, colocaba mi cabezasobre sus rodillas y <strong>de</strong> cuando en cuando hume<strong>de</strong>cía mislabios con algunos limones que llevaba en la canoa, moviendola cabeza en señal <strong>de</strong> disgusto siempre que yo trataba <strong>de</strong> hablarlepara inquirir adon<strong>de</strong> me conducía. Hacia el centro <strong>de</strong> la lagunaatravesamos unos rompientes formados por una po<strong>de</strong>rosacorriente al pasar sobre un fondo <strong>de</strong> rocas y la brusca sacudida<strong>de</strong> la canoa me produjo tan aguda pena, al remover los vendajes<strong>de</strong> mis enconadas heridas, que me sacó por completo <strong>de</strong> la especie<strong>de</strong> letargo en que <strong>de</strong> nuevo me había sumergido.“El cacique guió la canoa hacia una angosta calea, oscurecida<strong>de</strong>l todo por la sombra <strong>de</strong> los caobos que extendían sus ramaspor encima. Siguiendo sus curvas hasta que perdimos por completola vista <strong>de</strong>l lago, los tres indios que remaban la canoa saltarona tierra y cortaron la maleza con sus machetes, en unaextensión <strong>de</strong> terreno <strong>de</strong> algunas yardas <strong>de</strong> circunferencia; <strong>de</strong>spuésme sacaron con cuidado <strong>de</strong> la canoa, <strong>de</strong>positándome en tierra,tras lo cual cortaron ramas <strong>de</strong> los árboles y cañas <strong>de</strong> la orilla<strong>de</strong> la caleta y dieron comienzo a la construcción <strong>de</strong> un cobertizosobre el lugar en que yo estaba, con las dimensiones indispensablespara abrigar una persona acostada.“El día apuntó cuando terminaban la construcción <strong>de</strong> aquelrancho, que en sus hábiles manos sólo tardó cosa <strong>de</strong> un cuarto<strong>de</strong> hora antes <strong>de</strong> quedar listo para darme refugio; y entonces,Neculpichuy, que se había ocupado con diligencia en buscaryerbas y raíces entre los árboles <strong>de</strong> la playa, acercóse a mi cabeceray comenzó a examinarme las heridas. La cortada <strong>de</strong> sableque tenía en la frente, aunque profunda, era <strong>de</strong> poca importancia,lo mismo que las <strong>de</strong>l brazo y mano izquierda, en comparacióncon los dos lanzazos <strong>de</strong>l pecho, que felizmente no interesaronningún órgano vital. Después <strong>de</strong> lavarme estos últimos conuna mezcla <strong>de</strong> aguardiente y agua, un cirujano indígena machacoen una laja algunas hojas recogidas en el bosque y me lasaplicó a las heridas, rasgando su propia camisa y las <strong>de</strong> sus compañeros(a todos los cuales reconocí entonces como pertencien-229

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