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Las Sabanas de Barinas - MinCI

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CAPÍTULO XIIILOS MAROMEROS.— LA CARTA.DESERCIÓNJulieta: ¡Mi único amor nació <strong>de</strong> mi único odio!¡Harto temprano visto sin conocerlo y harto tar<strong>de</strong>conocido! Monstruoso amor que me con<strong>de</strong>na a amarun enemigo aborrecible.—Romeo y Julieta (1)Un maromero o saltambanqui ambulante había llegado a losranchos <strong>de</strong> los fugitivos, con su familia y sus compañeros <strong>de</strong> oficio,y en torno suyo se reunió multitud <strong>de</strong> mujeres y chicos, mezcladoscon ociosos <strong>de</strong>l campamento, ávidos todos por ver lospreparativos que estaban haciendo para exhibir sus habilida<strong>de</strong>s<strong>de</strong> bailarines y sus suertes acrobáticas. Pertenecía a la clase <strong>de</strong>mestizos que en diversas regiones <strong>de</strong> Suramérica llaman gitanosy chinganeros, acaso por alusión al errante y vagabundo modo<strong>de</strong> vivir que han adoptado, pues no parece que haya motivo paracreer que en realidad pertenezcan a esa peregrina raza <strong>de</strong> aventureros<strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>rivan su nombre y a los cuales se les suponeconfinados aún a las comarcas levantinas <strong>de</strong>l globo.Tales gentes son vistas con el mayor <strong>de</strong>sdén y aborrecimientopor todos los indios genuinos, <strong>de</strong> modo que ni las tribus másinsignificantes entre ellos quieren llevar relaciones con los chinganeros,a quienes consi<strong>de</strong>ran rebajados con sus bufonerías alnivel <strong>de</strong> los monos; sin embargo su habilidad y gracejo hacenque sus eventuales visitas sean siempre bien acogidas por losalegres criollos, y aún los orgullosos españoles se dignan aveces <strong>de</strong>poner su altiva gravedad para sonreír ante sus burdaspiruetas. En los períodos más crueles <strong>de</strong> la guerra a muerte,161

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