Juventudes latinoamericanas
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Ernesto Rodríguez<br />
Tendrían que pasar todavía algunos años más para que quienes se<br />
fueron especializando en este importante campo de estudios, comenzaran<br />
a priorizar el análisis de las políticas públicas destinadas a la población<br />
joven, y seguramente, el primer gran esfuerzo de estudio comparado<br />
en América Latina en estas materias fue el realizado por la OIJ en 1995,<br />
con el respaldo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo<br />
(IDRC – CIID) de Canadá, que permitió contar con 20 estudios<br />
de caso a nivel nacional, cuatro estudios subregionales, cuatro estudios<br />
programáticos específicos y un informe global comparativo 3 . Mirado en<br />
perspectiva, de todos modos, aquel estudio comparado fue apenas el comienzo<br />
de un ciclo (que luego se fue ampliando y profesionalizando)<br />
que apenas permitió contar con una primera descripción sistemática de<br />
las principales políticas “sectoriales” de juventud, sin poder aportar casi<br />
nada en términos del análisis de lo que hoy conocemos como políticas<br />
“integradas” de juventud 4 . Por si fuera poco, además, aquellos primeros<br />
esfuerzos analíticos se desarrollaron en medio de un gran debate político<br />
e ideológico, entre las posturas más “neoliberales” (en franco ascenso y<br />
consolidación) y los enfoques más “críticos” (todavía no existían los gobiernos<br />
“progresistas”) lo cual impactó fuertemente en el escaso reconocimiento<br />
de la validez de tales esfuerzos analíticos. Primó, en todo caso,<br />
una visión estrecha que miraba a los jóvenes como “apáticos”, alejados<br />
de la política y en medio de una gran desmovilización que contrastaba<br />
notoriamente con las importantes movilizaciones estudiantiles de fines<br />
de los años sesenta, asumiéndose –en los hechos– que no había que hacer<br />
gran cosa por los jóvenes, pues estos no reclamaban nada (o casi nada).<br />
Nuevas Metodologías, Nuevos Focos<br />
de Interés Analítico<br />
Los estudios más recientes (ya ubicándonos en este siglo) han cuestionado<br />
fuertemente aquellas percepciones dominantes, y han ido acumulando<br />
evidencias que demuestran que las y los jóvenes (ahora sí,<br />
decididamente, con perspectiva de género y asumiendo la diversidad<br />
como un valor a potenciar y no como un problema a enfrentar) se in-<br />
3 En esa época, me tocó combinar mi dedicación académica a estos temas (coordinando<br />
dicho estudio y dando los primeros pasos para la constitución del Grupo de<br />
Trabajo sobre Juventud de CLACSO) con funciones gubernamentales (como Director<br />
del Instituto Nacional de la Juventud del Uruguay) e intergubernamentales (como<br />
Presidente de la OIJ).<br />
4 Una síntesis de los resultados obtenidos sirvió de base para presentar los insumos<br />
básicos para la creación del Programa sobre Juventud y Desarrollo del BID (Banco<br />
Interamericano de Desarrollo). Ver Ernesto Rodríguez Programas y Proyectos de Promoción<br />
Juvenil en América Latina y el Caribe: Experiencias Acumuladas, Limitaciones<br />
Constatadas y Potencialidades a Desarrollar en el Futuro. BID, Washington 1995.<br />
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