Juventudes latinoamericanas
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Sara Victoria Alvarado, Camilo Ramírez, Ariel Gómez y María Cristina Sánchez<br />
única posibilidad de vida a nivel económico, social, cultural y ambiental.<br />
Lo anterior es vehículo, por una parte, del desencanto de la<br />
política oficial caracterizada por prácticas de representación, corrupción,<br />
injusticia y asistencialismo, y como asociada a ideas, sentidos y<br />
discursos que asumen al joven como delincuente o problema social,<br />
deslegitimando su participación y acción en la esfera de lo público; y<br />
por otra, del reconocimiento de las condiciones de violencia estructural<br />
que la encuentran expresada en la proliferación de múltiples<br />
formas de violencia naturalizadas en la vida cotidiana, mediante los<br />
procesos de socialización, educación y comunicación que atraviesan<br />
la vida de los sujetos y colectivos, y por tanto, producen preguntas,<br />
movimientos y opciones.<br />
Una segunda dimensión del accionar político como acontecimiento<br />
de las y los jóvenes se halla en los contextos micro en los que<br />
transcurren en el diario vivir de su casa, barrio, en las esquinas de<br />
sus comunas, en las zonas margen de sus ciudades, en la orillas de<br />
sus escuelas, en el fondo de sus veredas y en medio de los caminos<br />
cotidianos. Estas lógicas acontecimentales de orden micro estructural<br />
enmarcan su afectación directa e indirectamente en el cuerpo, el<br />
cuerpo afectado, el cuerpo que siente, las emociones como lugar de<br />
reconocimiento y el campo de la comprensión. Frente a estos acontecimientos<br />
encontramos que según la historia de las experiencias de<br />
acción política de jóvenes analizadas, la afectación cotidiana que deviene<br />
en movimiento creador pasa, entre otras, por situaciones como<br />
la contaminación de sus fuentes de agua, el cierre de sus colegios, la<br />
violencia de sus familias, la inseguridad de sus barrios, la discriminación<br />
en sus lugares de trabajo, el asesinato de sus seres queridos, la<br />
ausencia de servicios públicos, de espacios culturales y deportivos, la<br />
estigmatización hacia ellos o sus amigos, el desempleo de sus padres,<br />
hermanos, vecinos, entre otros.<br />
La familiaridad, la cercanía y por supuesto la solidaridad se vuelven<br />
ejercicios ético-políticos que se ofrecen al mundo de las relaciones<br />
con los otros como emergencias de los que están juntos. Estas circunstancias<br />
se traducen justamente en lenguajes e historias que si bien<br />
pueden propiciar el desencuentro entre un ser y un deber ser, por diferentes<br />
coyunturas dadas por el conflicto de lo legítimo o no legítimo,<br />
si forman parte de una lógica del convivir. La vida no se lee de forma<br />
definitiva. Decir de nuestros jóvenes que son buenos, o justos, no es de<br />
ninguna forma someterlos a un análisis de verdad o de autenticidad<br />
de sus acciones, más allá de eso es interpretar y comprender las propiedades<br />
complejas con las que las nociones ético-.políticas emergen.<br />
Las acciones son así el lugar donde una hermenéutica cobra sentido,<br />
los afectos, las afectaciones son el lugar o la circunstancia en donde se<br />
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