07.05.2013 Views

Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia

Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia

Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Leer para vivir<strong>la</strong><br />

pocos volúmenes que empezaron a entrar, aparte <strong>de</strong> los consabidos pulgarcitos,<br />

caperucitas, cabritillos engañados y pastorcillos embusteros, fueron aquellos que<br />

alimentaban mis iniciales inquietu<strong>de</strong>s bajo el extraño modo <strong>de</strong> los manuales para<br />

esco<strong>la</strong>res que yo manoseé con <strong>la</strong> fruición exclusiva <strong>de</strong> un niño ensimismado y<br />

tímido, manuales cuyas escasas ilustraciones conservo todavía en algún dominio<br />

<strong>de</strong> mi retina, y cuyos fragmentos <strong>de</strong> textos <strong>de</strong> los clásicos castel<strong>la</strong>nos puedo<br />

todavía recitar con un ligero estremecimiento <strong>de</strong> gratitud, con una punzada <strong>de</strong><br />

vértigo al adivinarme a mí mismo, hace más <strong>de</strong> treinta y cinco años, leyendo y<br />

volviendo a leer frente al fuego <strong>de</strong> <strong>la</strong> chimenea el romance <strong>de</strong> <strong>la</strong> loba parda, o<br />

el <strong>de</strong>l rey don Sancho en el cerco <strong>de</strong> Zamora, o el <strong>de</strong> un portugués que asombrose<br />

al ver que en su tierna infancia todos los niños en Francia supieran hab<strong>la</strong>r<br />

francés, o aquel otro <strong>de</strong>l prisionero triste y cuitado que vive en esa prisión sin<br />

saber cuándo es <strong>de</strong> día ni cuándo <strong>la</strong>s noches son sino por una avecil<strong>la</strong> que le<br />

cantaba al albor.<br />

Mis padres, lo he dicho y lo repito, no eran lectores, nunca lo han sido ni<br />

siquiera <strong>de</strong> periódicos, y quizás por eso durante mucho tiempo le adjudiqué a <strong>la</strong><br />

compra <strong>de</strong> <strong>la</strong> prensa diaria un halo aristocrático lejano, un dispendio más propio<br />

<strong>de</strong> los ricos que se sentaban en <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong>l casino, era como fumar puros muy<br />

gordos o <strong>de</strong>jarse afeitar por <strong>la</strong> navaja <strong>de</strong> un barbero o salir a comer a un restaurante,<br />

hábitos que hoy se nos antojan <strong>de</strong> una cotidianeidad universal, pero que<br />

en <strong>la</strong> cultura <strong>de</strong>l trabajo físico y <strong>de</strong> <strong>la</strong> contención <strong>de</strong> gastos que observé en mi<br />

entorno alcanzaron <strong>la</strong> categoría <strong>de</strong> los pequeños lujos. No obstante, sin ser lectores<br />

ni poseedores <strong>de</strong> libros, he <strong>de</strong> matizar que siempre percibí en ellos, en mis<br />

padres, y también en mis abuelos, una curiosa veneración por <strong>la</strong> letra impresa,<br />

ya el modo <strong>de</strong> pasar <strong>la</strong>s hojas hume<strong>de</strong>ciéndose los <strong>de</strong>dos en <strong>la</strong> lengua convertía<br />

<strong>la</strong> escena en un ritual anacrónico, como si ese universo vedado que para ellos<br />

encerraban los libros hubiese afi rmado <strong>la</strong> fortaleza ilimitada <strong>de</strong> su misterio y<br />

vivieran fascinados por <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> que su primogénito —yo— pudiera<br />

resarcirlos al fi n <strong>de</strong> su propia ineptitud. Y no he <strong>de</strong> ocultar que una ten<strong>de</strong>ncia<br />

natural, acaso innata, potenciaba en mí <strong>la</strong> apropiación <strong>de</strong>l libro como un objeto<br />

mágico, <strong>de</strong>positario <strong>de</strong> una dosis <strong>de</strong> felicidad futura que el subconsciente me iba<br />

<strong>de</strong>mandando con ese resto <strong>de</strong> coleccionista selectivo o <strong>de</strong> bibliófi lo en ciernes<br />

que aún perdura cuando entretengo mis ocios en una librería o paseo los ojos y<br />

<strong>la</strong>s manos por mi propia biblioteca: esas tapas suaves con <strong>la</strong> promesa <strong>de</strong> su título<br />

y esa textura <strong>de</strong> <strong>la</strong>s páginas con su ristra <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras por <strong>de</strong>scifrar se alzan aún<br />

hoy, como se alzaban para el niño que fui, como <strong>la</strong> consagración <strong>de</strong>fi nitiva <strong>de</strong><br />

<strong>Lectura</strong> y Familia<br />

197

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!