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Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia

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Aurora Gil<br />

el dar sentido a sus vidas. Aprendían a conocer <strong>la</strong> complejidad <strong>de</strong> los seres humanos,<br />

y sobre todo, a encontrar <strong>la</strong>s soluciones correctas a los problemas que<br />

se pue<strong>de</strong>n p<strong>la</strong>ntear. Muy gráfi camente po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r esto que digo con el<br />

ejemplo <strong>de</strong>l cuento <strong>de</strong> los tres cerditos. Con el auténtico cuento, no con <strong>la</strong> versión<br />

edulcorada <strong>de</strong> Walt Disney, don<strong>de</strong> los cerditos van vestidos <strong>de</strong> marineros<br />

y todos terminan sanos y salvos dando saltitos. La simplicidad <strong>de</strong>l mensaje <strong>de</strong>l<br />

verda<strong>de</strong>ro cuento resulta esc<strong>la</strong>recedora. Los personajes están muy bien <strong>de</strong>fi nidos<br />

con cuatro líneas; el mal y el bien, omnipresentes en los cuentos <strong>de</strong> hadas,<br />

se encarnan con c<strong>la</strong>ridad en ellos. Supongo que todos recuerdan <strong>la</strong> versión<br />

original: tres cerditos que se ponen manos a <strong>la</strong> obra a hacer su casa para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse<br />

<strong>de</strong>l lobo. El primero, vago redomado, <strong>la</strong> hace <strong>de</strong> paja; el segundo, también<br />

vago pero pretencioso, <strong>de</strong> ramitas; y el tercero, concienzudo, se emplea<br />

más a fondo y <strong>la</strong> hace <strong>de</strong> piedras y argamasa. Cuando llega el lobo, se come en<br />

un plis-p<strong>la</strong>s al primer cerdito. No se ha esforzado nada, y su vagancia le cuesta<br />

<strong>la</strong> vida. El segundo cerdito tampoco se tomó muy en serio lo <strong>de</strong> hacerse un<br />

refugio. También se lo come el lobo. Sin embargo, el tercer cerdito sobrevive<br />

al ataque <strong>de</strong>l lobo, e incluso lo vence con astucia. Su esfuerzo y <strong>de</strong>dicación<br />

han tenido el resultado esperado. Junto a <strong>la</strong> emoción y <strong>la</strong> intriga <strong>de</strong> estos re<strong>la</strong>tos<br />

tradicionales está <strong>la</strong> enseñanza moral que se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> ellos y que el<br />

niño asimi<strong>la</strong> inconscientemente. En los cuentos <strong>de</strong> hadas no hay medias tintas<br />

ni ambigüeda<strong>de</strong>s: el malo es muy malo y recibe su castigo; el bueno es muy<br />

bueno y tiene un premio. La hija generosa frente a <strong>la</strong> hija avariciosa y egoísta;<br />

<strong>la</strong> chica guapa, es muy hermosa, frente a <strong>la</strong>s otras, muy feas… Las excelentes<br />

cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los cuentos <strong>de</strong> hadas no pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong>saprovechadas por los<br />

padres (ni por los maestros). B<strong>la</strong>ncanieves, Hänsel y Gretel, La Cenicienta, Caperucita…,<br />

por citar los más conocidos. Charles Dickens (1812-1870) reconoció<br />

públicamente que Caperucita fue su primer amor. Tenía <strong>la</strong> sensación <strong>de</strong> que si<br />

me hubiera casado con Caperucita hubiera conocido <strong>la</strong> felicidad completa. Y<br />

ya criticaba a los que muti<strong>la</strong>ban o transformaban los cuentos con <strong>la</strong> pretensión<br />

<strong>de</strong> evitar a los niños escenas crueles o sanguinarias. Muchos niños no conocen<br />

los cuentos tal y como son realmente. Han sido insulsamente embellecidos y<br />

al<strong>la</strong>nados hasta tal punto que pier<strong>de</strong>n sus po<strong>de</strong>res formativos y terapéuticos.<br />

Entretienen, pero no enseñan. Incluso se transforman con <strong>la</strong> intención <strong>de</strong> no<br />

asustar al niño… Un caso curioso es el cuento <strong>de</strong> Caperucita: <strong>la</strong> versión original,<br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong> Perrault, no es un auténtico cuento <strong>de</strong> hadas. Es una advertencia<br />

muy c<strong>la</strong>ra para <strong>la</strong>s chicas que empiezan <strong>la</strong> pubertad, para que <strong>de</strong>sconfíen <strong>de</strong>

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