Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia
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Manuel Ballester<br />
tarea ba<strong>la</strong>dí, facilona: setecientos años antes <strong>de</strong> Cristo el realista Hesíodo escribió<br />
que «los dioses pusieron el sudor <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l éxito» 32 . Una experiencia <strong>de</strong> plenitud<br />
supone esfuerzo, pero nos vivifi ca, nos renueva. Nos centra en <strong>la</strong> existencia.<br />
Hay una fuerza que produce en nosotros tales efectos, como cuando caemos<br />
en <strong>la</strong> cuenta <strong>de</strong> que <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> nieve está rec<strong>la</strong>mándonos que activemos<br />
nuestras mejores posibilida<strong>de</strong>s, como cuando caemos en <strong>la</strong> cuenta <strong>de</strong> que el<br />
Principito nos seña<strong>la</strong> que hay que madurar para apren<strong>de</strong>r a amar o que Pinocho<br />
nos dice que si mentimos <strong>de</strong>formamos nuestro ser, nuestra alma (porque<br />
es bien sabido que <strong>la</strong> cara es el espejo <strong>de</strong>l alma); esa fuerza, digo, estaba en<br />
nosotros sin i<strong>de</strong>ntifi carse con nosotros. ¿No se abre ahí <strong>la</strong> posibilidad para un<br />
diálogo? El primer ejemplo conocido <strong>de</strong> diálogo es <strong>de</strong> fi nales <strong>de</strong>l tercer milenio<br />
a.C., en Egipto, don<strong>de</strong> una persona se dirige a su propia alma 33 . La poesía<br />
antigua recoge los movimientos fl uctuantes <strong>de</strong>l alma intentando reproducirlos<br />
como opiniones orales encontradas. Es el diálogo interior. A nadie se le escapa<br />
que el corazón <strong>de</strong>l hombre es un misterio para él mismo, es un abismo que<br />
contiene una riqueza insondable. Aludíamos antes a Sócrates como <strong>de</strong>fensor<br />
<strong>de</strong>l diálogo. Pero el diálogo socrático primero es consigo mismo o, por <strong>de</strong>cirlo<br />
<strong>de</strong> otro modo, con lo mejor que hay en el interior <strong>de</strong> cada hombre.<br />
Pienso que un breve apunte lingüístico pue<strong>de</strong> ser oportuno: según una<br />
etimología que es, al menos, posible, dia-logo es un término que remite a doslogos<br />
34 . Y logos es un término griego que signifi ca tanto pensamiento como<br />
pa<strong>la</strong>bra (expresiva <strong>de</strong>l pensamiento) y tanto voz oral como signo escrito. Pero<br />
al principio está el logos. Y Sócrates, hay que <strong>de</strong>cirlo, no está rechazando el<br />
logos sino, por el contrario, lo está constituyendo en el referente auténtico,<br />
genuino, único <strong>de</strong> los que buscan <strong>la</strong> verdad.<br />
Expliquemos este punto, no por el prurito <strong>de</strong> erudición que hemos criticado,<br />
sino porque pue<strong>de</strong> ayudarnos.<br />
Al principio era el logos, <strong>la</strong> sabiduría y su expresión: oral, por supuesto. Los<br />
hombres fueron transmitiendo su saber en pa<strong>la</strong>bras para que sus hijos, y los<br />
hijos <strong>de</strong> sus hijos, aprovechasen aquello que ellos habían aprendido, para que<br />
32 HESÍODO, Los trabajos y los días, v. 289.<br />
33 Cfr. PABÓN, J.M.-FERNÁNDEZ-GALIANO, M., Estudio preliminar a PLATÓN, República,<br />
Centro <strong>de</strong> estudios políticos y constitucionales, Madrid, 1997, pp. XVII ss.<br />
34 Dia es una partícu<strong>la</strong> griega que posee, entre otros signifi cados, los <strong>de</strong> “a través<br />
<strong>de</strong>, separadamente, en dos partes,”. De modo que dia-logo alu<strong>de</strong> a una comunicación “a<br />
través <strong>de</strong>l logos” o “<strong>de</strong> dos logos” que han <strong>de</strong> estar separados o, al menos, ser distintos.