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Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia

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58<br />

Aurora Gil<br />

el calor <strong>de</strong>l estío; a mí, tan fuerte, tan po<strong>de</strong>roso; a mí, que levanto <strong>la</strong>s<br />

o<strong>la</strong>s, que arraso los campos, que no hallo resistencia a mi empuje? Este<br />

día <strong>de</strong> canícu<strong>la</strong> me ha matado; me dormí embriagado con <strong>la</strong> fragancia <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s fl ores con que jugaba, y aquí me tienes <strong>de</strong>sfallecido. Si tú quisieras<br />

levantarme dos <strong>de</strong>dos <strong>de</strong>l suelo con el pico y abanicarme con tu a<strong>la</strong>, con<br />

esto tendría bastante para tomar vuelo y dirigirme a mi caverna, don<strong>de</strong><br />

mi madre y mis hermanas, <strong>la</strong>s tormentas, se emplean en remendar unas<br />

nubes viejas que yo <strong>de</strong>sgarré. Allí me darán unas sopitas y cobraré<br />

nuevos bríos».<br />

«Caballero —respondió el malvado pollito—: hartas veces se ha divertido<br />

usted conmigo, empujándome por <strong>de</strong>trás y abriéndome <strong>la</strong> co<strong>la</strong>,<br />

a guisa <strong>de</strong> abanico, para que se mofaran <strong>de</strong> mí todos los que me veían.<br />

No, amigo; a cada puerco le llega su San Martín; y hasta más ver, señor<br />

farsante».<br />

Esto dijo, cantó tres veces con voz c<strong>la</strong>ra, y pavoneándose muy hueco,<br />

siguió su camino, andando, andando, andando.<br />

En medio <strong>de</strong> un campo segado, al que habían pegado fuego los <strong>la</strong>bradores,<br />

se alzaba una columnita <strong>de</strong> humo. Medio-pollito se acercó y vio una<br />

chispa diminuta, que se iba apagando por instantes entre <strong>la</strong>s cenizas.<br />

«Amado Medio-pollito —le dijo <strong>la</strong> chispa al verle—: a buena hora vienes<br />

para salvarme <strong>la</strong> vida. Por falta <strong>de</strong> alimento estoy en el último trance.<br />

No sé dón<strong>de</strong> se ha metido mi primo el viento, que es quien siempre me<br />

socorre en estos <strong>la</strong>nces. Tráeme unas pajitas para reanimarme».<br />

«¿Qué tengo yo que ver con <strong>la</strong> jura <strong>de</strong>l rey? —le contestó el pollito—.<br />

Revienta si te da gana, que maldita <strong>la</strong> falta que me haces».<br />

«¿Quién sabe si te haré falta algún día? —repuso <strong>la</strong> chispa—. Nadie<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> este agua no beberé».<br />

«¡Ja! —dijo el perverso animal—. ¿Con que todavía echas p<strong>la</strong>ntas?<br />

Pues tómate esa».<br />

Y diciendo esto, le cubrió <strong>de</strong> cenizas; tras lo cual, se puso a cantar,<br />

según su costumbre, como si hubiera hecho una gran hazaña, y siguió<br />

andando, andando, andando.<br />

Medio-pollito llegó a <strong>la</strong> capital; pasó por <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> una iglesia, que<br />

le dijeron era <strong>la</strong> <strong>de</strong> San Pedro; se puso enfrente <strong>de</strong> <strong>la</strong> puerta y allí se<br />

<strong>de</strong>sgañitó cantando más que por hacer rabiar al santo por tener el gusto<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer a su madre.

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