Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia
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Pedro López Martínez<br />
<strong>de</strong>samores que fueron preparándole el terreno al Amor <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayúscu<strong>la</strong>, a ese<br />
sentimiento que siempre nos reve<strong>la</strong> <strong>la</strong> dulce tiranía <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino y que, arrebatado<br />
y lúcido, imposible y doloroso y mágico, gravitó sobre los años contradictorios<br />
<strong>de</strong> mi lejana juventud mientras buscaba amparo en los poemas <strong>de</strong> Neruda y <strong>de</strong><br />
Cernuda y <strong>de</strong> Vicente Aleixandre. Fue entonces, poseído por una fuerza ajena<br />
que i<strong>de</strong>aba por mí <strong>la</strong>s analogías y <strong>la</strong>s metáforas que <strong>de</strong>scifran el mundo, cuando<br />
hallé consuelo y terapia con <strong>la</strong> escritura <strong>de</strong> los poemas <strong>de</strong> mi primer libro, El<br />
otoño <strong>de</strong> los tristes, forjado a los diecisiete años y puesto en circu<strong>la</strong>ción editorial<br />
una década <strong>de</strong>spués. Lo dije hace un rato y ahora lo repito por si no se me oyó:<br />
los libros me han salvado <strong>la</strong> vida varias veces, pero fue éste que nombro, con<br />
seguridad, el que me <strong>la</strong> salvó cuando menos asi<strong>de</strong>ros tenía, y conste que no<br />
hablo en sentido fi gurado ni pretendo alimentar ningún misterio.<br />
No conozco a ningún buen cocinero, <strong>de</strong> los que cuidan <strong>la</strong> calidad <strong>de</strong>l producto<br />
y los procesos <strong>de</strong> e<strong>la</strong>boración y <strong>la</strong> estética <strong>de</strong>l p<strong>la</strong>to sobre <strong>la</strong> mesa, que no haya<br />
sido antes un comensal agra<strong>de</strong>cido; y lo más corriente es que éste y aquél, el<br />
comensal y el cocinero, cohabiten durante toda su vida en un discreto equilibrio<br />
don<strong>de</strong> el uno y el otro apren<strong>de</strong>n y disfrutan <strong>de</strong> <strong>la</strong> reciprocidad <strong>de</strong> su pasión. Me<br />
sirvo <strong>de</strong> este símil culinario para abundar en mi antiguo convencimiento <strong>de</strong> que<br />
lectura y escritura <strong>de</strong>ben ir <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano en <strong>la</strong> senda <strong>de</strong>l aprendizaje <strong>de</strong>l niño, <strong>de</strong>l<br />
adolescente, es casi un requisito <strong>de</strong> <strong>la</strong> mejor escue<strong>la</strong> el acertar a conectar<strong>la</strong>s en<br />
<strong>la</strong> fe <strong>de</strong> su objetivo, y creo, a<strong>de</strong>más, que <strong>la</strong> buena pedagogía y el sentido común<br />
son los que trabajan en esta dirección compartida, preocupándose <strong>de</strong> dinamizar<br />
una alternancia siempre enriquecedora, siempre alentadora, entre el noble acto<br />
<strong>de</strong> leer, esto es, <strong>de</strong> interpretar los signos que escribieron otros, y el no menos<br />
noble <strong>de</strong> articu<strong>la</strong>r los nuestros propios para que otros puedan interpretarlos o, lo<br />
que es igual, para que otros nos interpreten a través <strong>de</strong> nuestros signos. Aunque<br />
he sido convocado a este encuentro bajo <strong>la</strong> divisa <strong>de</strong> creador, o <strong>de</strong> poeta, no me<br />
podré cal<strong>la</strong>r que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace casi tres lustros vengo ejerciendo <strong>la</strong>bores <strong>de</strong> profesor<br />
<strong>de</strong> Lengua y Literatura en varios institutos <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Región</strong>, y que como tal he tenido<br />
y tengo <strong>la</strong> oportunidad <strong>de</strong> tomarle el pulso cada día a ese virus <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sapego y<br />
<strong>la</strong> <strong>de</strong>sidia que arrastran a su paso <strong>la</strong>s nuevas hornadas <strong>de</strong> alumnos <strong>de</strong> secundaria.<br />
Es obvio que ni <strong>la</strong> tengo ni he patentado ninguna fórmu<strong>la</strong> maravillosa que sepa<br />
reparar los estragos que <strong>la</strong>s sucesivas leyes educativas <strong>de</strong> los sucesivos gobiernos<br />
han ido ingeniando y propagando con sus buenísimas intenciones —<strong>de</strong> <strong>la</strong>s que no<br />
hemos <strong>de</strong> olvidar que el infi erno está lleno—, pero no quisiera irme <strong>de</strong> aquí sin hacer<br />
una mención expresa, siquiera sea <strong>de</strong> pasada, e incluso recomendar con toda