Lectura y familia.indd - Consejo Escolar de la Región de Murcia
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Leer para vivir<strong>la</strong><br />
<strong>de</strong>cir que es una mierda. No pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cirlo ni en broma, ni aunque te parezca<br />
<strong>de</strong> verdad una mierda”; o este otro, <strong>de</strong> una irreverencia nada <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñable en los<br />
tiempos que corren: “Borracho, acodado en <strong>la</strong> barra <strong>de</strong>l bar, le digo a mi vaso<br />
que Chejov era un pelmazo y que Shakespeare está apolil<strong>la</strong>do y que Cervantes<br />
y Lope <strong>de</strong> Vega son insoportables. Y me río. Me río feliz como se ríen los niños<br />
cuando juegan a <strong>de</strong>cir pa<strong>la</strong>brotas. ‘Puta, cojones, cabrón, Molière es una mierda<br />
pinchada en un palo’, y jajajá. Hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> genios como los católicos hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong><br />
santos, es cierto, y <strong>de</strong> obras <strong>de</strong> arte como ellos <strong>de</strong> mi<strong>la</strong>gros, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Posteridad<br />
como ellos <strong>de</strong>l Paraíso, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Mediocridad como ellos <strong>de</strong>l Infi erno […]”. Ahí<br />
queda eso, y que cada cual saque sus conclusiones sobre <strong>la</strong> estrategia que se ha<br />
<strong>de</strong> seguir no sólo en <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s y en los institutos y universida<strong>de</strong>s, sino sobre<br />
todo en esos hogares <strong>de</strong> <strong>familia</strong> mo<strong>de</strong>rna don<strong>de</strong> los televisores se cuentan por<br />
habitaciones; <strong>la</strong> mía, mi conclusión, es que <strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong>fi nitiva le compete al<br />
lector, siempre al lector, a cada uno, y que para ello no es sensato prejuzgar ni<br />
al autor ni a su obra, ni condicionar su criterio más allá <strong>de</strong> lo indispensable, que<br />
viene a ser casi nada.<br />
Y ahora me van a permitir, a cuento <strong>de</strong> los seductores seducidos que <strong>de</strong>jé<br />
atrás, recuperar en este marco dos momentos emocionales que me pertenecen<br />
por <strong>de</strong>recho y en los que me gusta rego<strong>de</strong>arme <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>, porque jalonan<br />
y ennoblecen el mito siempre enigmático <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera vez; dos momentos<br />
que hasta hoy nunca había comunicado con un público y que, por supuesto,<br />
jamás se me habría ocurrido ligarlos en mi pensamiento si no es porque me lo<br />
brinda <strong>la</strong> ocasión. Dice <strong>la</strong> sabiduría <strong>de</strong> <strong>la</strong> paciencia que para todo hubo una primera<br />
vez, y no voy a ser yo quien lo discuta; muy al contrario, en mi peripecia <strong>de</strong><br />
hombre <strong>de</strong> libros que habitó una casa don<strong>de</strong> no había ninguno, se erigen, como<br />
digo, dos recuerdos <strong>de</strong> un alto contenido sentimental en los que no podía faltar<br />
<strong>la</strong> sombra benévo<strong>la</strong> <strong>de</strong> mis padres, aquellos padres no lectores que miraban el<br />
libro y sus alre<strong>de</strong>dores con un respeto casi supersticioso. Son dos imágenes que<br />
se complementan inevitablemente en <strong>la</strong> reinvención mítica <strong>de</strong> mi propio pasado,<br />
pues si una ape<strong>la</strong> al futuro escritor que aún no sabía que no sabría <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> serlo,<br />
<strong>la</strong> otra se regocija en el entusiasmo <strong>de</strong> aquel lector adolescente que inauguraba<br />
su biblioteca <strong>de</strong> adulto. Hablo, primero, <strong>de</strong>l día en que mis padres me llevaron<br />
a <strong>la</strong> vecina localidad <strong>de</strong> Caravaca para comprar, en una tienda <strong>de</strong> <strong>la</strong> Calle Mayor<br />
que no sé si todavía existe, una máquina <strong>de</strong> escribir <strong>de</strong> color ver<strong>de</strong>, una olivettilettera<br />
32 que conservo en buen estado aunque ya no <strong>la</strong> uso, una máquina hoy<br />
<strong>de</strong>fi nitivamente relegada y obsoleta con <strong>la</strong> que entre mis trece y mis veintiocho<br />
<strong>Lectura</strong> y Familia<br />
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